El político preso

MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

En estos últimos meses hemos venido siendo testigos de cómo una gran cantidad de personas políticas vinculadas al gobierno anterior, están siendo encausadas y judicializadas, y otros con medidas cautelares quienes están a la espera de su juicio.

En sentido general, las causas por las cuales están siendo procesados han sido por asociación ilícita o lavado de activos; a pesar de que en la suma de las acciones las causas serían otras, mucho más punitivas.

Todas estas personas son conocidos políticos y digo políticos porque a pesar de que en muchos casos no terciaron para un cargo de elección popular, se vendieron como afines a un partido y proyecto político. Siendo así podemos tranquilamente llamarles políticos, les guste o no.

Entre estos políticos tenemos el caso del vicepresidente Glas, actualmente sin funciones, pero con sueldo, quien, incluso, en la cárcel goza de la protección de un guardaespaldas. Para este tipo de personajes al parecer el uso de esposas, indumentaria propia de los privados de la libertad no procede; incluso, es visitado frecuentemente por su cónyuge, la prensa internacional y puede trasmitir sus ideas y pensamientos a través de su cuenta en redes sociales, porque a él si le permiten poseer un teléfono celular entre sus artículos de primera necesidad.

Pese a todas estas ventajas que le hacen erigirse ahora como el “duro” del recinto carcelario, Glas pretende sugerirles a ciertas mentes débiles que es un perseguido político. Es lógico que el “sin funciones” piense así, porque tiene claro en su psiquis cómo funciona el sistema de justicia que él y Correa manejaron a su antojo.

Para aquellos que aún defienden lo absurdo y que van repitiendo el estribillo de “Pobre hombre, no lo persigan”, les indico: Jorge Glas es un político que ahora está preso, en ninguna circunstancia deben confundirlo con un preso político.

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