Sofisma y ‘pelagatos’

Kléber Mantilla Cisneros

El correísmo, más que una estafa ideológica, continúa y en cantidades industriales, como para quebrar a los canales de televisión incautados y a diario El Telégrafo. Un fraude económico estructurado en cinco pasos de una arquitectura populista: nulo crecimiento de la productividad, endeudamiento ilimitado, exagerada dependencia del petróleo, escasa inversión extranjera y ocultamiento de la pobreza.

La relación entre gobernanza e infraestructura, política y corrupción es vergonzosa y cínica. La última evaluación oficial señala 640 obras con sobreprecios e irregularidades, un IESS con deuda por cobrar de USD 2,5 mil millones, una juerga de contratos petroleros con China y Tailandia, un sistema de ferrocarriles usado como herramienta de propaganda que quebrará por falta de ingresos, una educación capitalizada por agitadores de tarima y violadores de niños y una salud pública entregada a cierta industria farmacéutica.

Así las amenazas de muerte a la periodista Janet Hinostroza, de Teleamazonas y a la fiscal Diana Salazar, son tan patéticas como los dispositivos electrónicos en los tobillos de los denunciantes de corrupción: Villavicencio y Jiménez. Los profanadores de AP vienen a decirnos que instalaron miedo y represión con jueces detestables porque el correísmo es una criatura abominable, insaciable e imparable para 300 años.

La corrupción y el dispendio son su esencia y no se puede entender sin la ecuación: sobreprecio, chantaje, soborno. Causa gracia ver al Procurador defender el sofisma ante preguntas de asambleístas que intentan apaciguar a la fiera estatal glotona en la arena pública. Adormecido el ‘elfo del ático’ belga, hay que desenterrar la mentira para volverla a enterrar.

Al final, todos somos víctimas. Es como la mentira y los ofrecimientos de campaña, el sentido común o la estupidez de pagar impuestos para acelerar el derroche de otros. ¿Qué hacer? Los ciudadanos intentamos ser menos mediocres e ignorantes y más honrados que nuestros gobernantes. Pedimos una política decente y no seguir de pelagatos toda una vida.

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