SOS por los medios publicos

Sí a los medios públicos. El compromiso ético de los medios públicos es más fuerte que el de privados y comunitarios porque no viven del ‘rating’, sino de la calidad de sus contenidos y de la imparcialidad con la que se manejan. Su programación debe ser en función de los requerimientos de los ciudadanos, de las audiencias, del Estado y no de un gobierno. Por ello, los públicos se generan con talento y manejo profesional, mAs no por decreto.

El desafío es crear el modelo de comunicación colectivo como sistema nervioso medular de las comunidades del nuevo milenio que debe estar guiado por la lógica del desarrollo y la sobrevivencia humana. La existencia y supervivencia de los medios públicos es primordial para una sociedad democrática, por lo que la opción de inexistencia o debilitamiento no procede. Al contrario, hay que trabajar por su fortalecimiento, ampliación y reconocimiento, toda vez que su razón de ser se justifica por la eficaz rentabilidad social y política que aportan para respaldar el proceso político de gobernabilidad y la creación de una nación plural.

Su rentabilidad no se comprueba con los criterios comerciales que se miden el éxito o el rating de los medios privados, sino mediante la contribución a establecer nuevos pactos de convivencia comunicativa entre la sociedad, los medios y el Estado al permitir que las comunidades se expresen para manifestar sus necesidades, intereses y propuestas de solución.

El prototipo de un medio público debe distinguirse por ser participativo, plural, abierto, crítico y ciudadano y ser generador de una relación proporcional entre comunicación y democracia, al permitir participar a diversas comunidades para reforzar la pluralidad de la democracia, más no cajas tontas de resonancia..

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