No un salto, fue un asalto

POR: Fabián Cueva Jiménez

Cuando nos vendieron, hace más de 10 años, el discurso de la participación ciudadana, nunca pensamos que era solo una pieza ornamental y, peor, una prédica informal. Dijeron que esa nueva función del Estado era un salto hacia la verdadera democracia y resultó un asalto a la colectividad ingenua y creyente.

Con la Función de Transparencia y Control Social creímos en un protagonismo ciudadano serio, en una participación vinculante, en un control popular a todos los servidores públicos con decisiones para escarmentar.

Ahora el tema es rechazado y cuestionado públicamente, ha llegado a una consulta, porque lo único cierto es que se limitaron a nombrar mañosamente a las autoridades de control. Abandonaron la esencia del control social para dar paso a una gigantesca corrupción solo negada por sectarios correístas.

La repercusión y el impacto social están en la Administración Pública. El presidente Moreno, en manifiesta alusión no solo a los aborrecibles de crímenes sexuales a niños y adolescentes, dijo: “Hemos heredado serias deficiencias en el sistema de monitoreo y control en los establecimientos educativos”. Los crímenes se pudieron evitar o disminuir si las autoridades de las instituciones educativas hubiesen dinamizado dos organismos legales de control permanente: el Código de Convivencia y el Gobierno Escolar.

El primero fue elaborado por la comunidad educativa que puede, entre otras acciones, precautelar la integridad de todo y todos, y el segundo, el espacio de veeduría y rendición de cuentas. Las autoridades, no todas, nombradas sin concursos y en calidad de encargadas trabajaron políticamente con exclusividad.

Garantizaron el delito y la impunidad. El Presidente está en lo cierto. Entonces, ¿qué esperamos?, ¿seguir haciendo lo mismo y con los mismos?

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