‘Leninismo ecuatorial’

POR: Kléber Mantilla Cisneros

El personalismo de la política permite construir o destruir proyectos. En plena batalla, para Lenín Moreno suponer que tendrá un espaldarazo en las urnas por su propuesta de consulta viene de ipso facto ante los radicales de Rafael Correa. Los morenistas captaron el hartazgo nacional y el nuevo líder representa un timón guía, un héroe salvador, constructor de puentes con opositores, empresarios y grupos civiles.

Encarna la libertad recuperada y el ocaso de una dictadura; del impulsor del pensamiento diverso y la gesta del diálogo aperturista. Su rol determinante, detener el pillaje instaurado. La revista ‘Economist’ lo denominó el ‘enfado ecuatoriano’ contra corruptos y saqueadores.

En cambio, el antihéroe moldeado desde el caos ético solo defiende lo indefendible. No comulga con la consulta y ayuda a resplandecer a Moreno. A los malos de la película, la rudeza de entendimiento los agobia porque insisten en la reelección indefinida. No saben de alternancia. Les duele la muerte civil para corruptos porque su juego es cotidiano.

Persisten en el obtuso ‘Consejo de Participación Ciudadana’, nominador de farsantes y sátrapas a sueldo. Sin embargo, el problema no está en la disección del movimiento oficial y sus batallas aguerridas sino el agresivo retroceso económico de los ciudadanos.

Que el servicio de la deuda crezca, mientras el tiempo para rendir cuentas de una década farreada sea inviable, pues quebraron lo que tocaron: ferrocarriles, Tame, Yachay, Refinería de Esmeraldas, IESS, Petroecuador, vías, hospitales y escuelas, cada mega-obra, para citar ejemplos.

El desenlace regresa a la comunicación, pues no será suficiente encarcelar a unos cuantos, si el principal cabecilla anda suelto. Los medios públicos, quebrados, tendrán que innovarse y olvidar esa figura anacrónica de ‘servicio público’ y emprender una campaña sistemática para tomar al toro por los cuernos. La televisión y la prensa requieren aceptar el capital privado, abrirse a la empresa mixta, volverse competitivos y descentralizar el viejo estatismo del partido único. El leninismo ecuatorial podría dejar de ser una ficción.

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