Eduardo Naranjo Cruz
Ese gran invento diseñado por el idealismo que son los “derechos”, definidos y consagrados en los textos legales que buscan una sociedad justa y libre, sin embargo, son convenciones que no siempre se cumplen como debe ser si se quiere tener un mundo menos desigual.
En la norma jurídica hay una disposición para el juez, que asienta la denominada jurisprudencia, es decir si el criterio de un juez plasmado en veredicto implica que este dictó en norma jurídica, es justo, no hay vuelta que dar en los casos similares que deberán ser juzgados en sentido idéntico, sin embargo, no debe asombrar que se puedan dar fallos en contrario, ya que hay operadores de la ley que suelen falazmente “torcerla” usando cuñas insólitas.
En tanto derechos, la norma dice que uno puede elegir y ser elegido, esto implica un criterio de libertad de elección individual que no puede ser coartado de ninguna manera, de allí que si cualquier persona se presenta como candidato puede ser electo las veces que los votantes lo dictaminen, pues el único poder del ciudadano es su derecho a asentir o no en la dirección de las sociedades, claro está que esto en el mundo posmoderno en el que andamos, hay distorsiones debido a los ingentes gastos, en acciones de comunicación de todo tipo, que influyen en el elector que en su mayoría busca resolver sus problemas diarios y juega a la suerte de acertar con un buen dirigente.
En este escenario la verdadera posición de los ciudadanos electores está en analizar el discurso y ver sus congruencias, como a la vez la de los candidatos en usar la palabra dentro del contexto de las realidades, es decir hablar sobre problemas y soluciones y no como se ha visto, un gran juego de intrigas y ataques aprovechando el anonimato de la red que caracteriza a la política.