Cuando el público no está pianito

Complicidad. Páez contó con un piano del luthier Luis Verdugo.
Complicidad. Páez contó con un piano del luthier Luis Verdugo.

El rockero argentino se presentó la noche del sábado en el Teatro Nacional de la CCE, en Quito.

DAMIÁN DE LA TORRE AYORA

Entra Fito. Terno gris y buzo negro que combinan con sus rulos que pintan canas y esas gafas que tapan sus desvelos. Flaco, pero no tan flaco –una papadita y una pequeña pancita leudan sobre sí-. Está feliz, dice, porque está en Quito y “estar en Quito es estar más cerca del cielo”. Entonces el público grita y aplaude.

Y sus dedos no dan tregua a la ovación, tampoco darán tregua a las teclas. ‘Cadáver exquisito’ es la primera canción. Es un concierto para piano, pero parece una gira con banda. La gente canta con fuerza y un solo eco da la impresión de que un karaoke se ha tragado al Teatro Nacional de la Casa de la Cultura.

Es sábado y hace frío, y más allá de la baja temperatura uno busca abrigo si suena ‘11 y 6’ cuando Fito Páez acaricia un piano del luthier ecuatoriano Luis Verdugo, del que más adelante dirá que “es el piano number one”, porque ha tocado en pianos Steinway, Bechstein, Blüthner, Stratovarius y otros más, pero bastó en un ensayo previo tocar dos acordes para saber que “Verdugo es el number one”.

Levanta un vaso (¿será agua, vodka o gin?) y dice “Salud, Quito”. La gente vuelve a gritar tras el brindis, pero nadie se levanta y grita como Anghie Bubllé, una joven de 19 años, quien se emociona y tras el concierto demostrará que se sabe todas las letras, porque todas las letras las cantó.

Clima
Fito quería silencio. Él quería que la gente se conectara con el piano, con ese puente para llegar a él. Pero la emoción es más y la gente no para de cantar. Y, al principio, a Fito no le importa e igual se emociona: se despeina sus churos despeinados, agita la cabeza hacia atrás, mueve las manos con esquizofrenia, abre la boca como si se comiera el mundo. Ríe.

EL DATO
El rockero argentino brindó antes un recital en Guayaquil.Un popurrí irá de los acordes de ‘She’s mine’ al ‘Tema de Piluso’ y al ‘El amor después del amor’. Fito se pone de pie y canta junto al público: “Nadie puede, ni nadie debe, vivir, vivir, sin amor” de manera infinita. Fito ya quiere que el estribillo sea “una llave por otra llave y esa llave es tu amor”, pero la gente continúa: “Nadie puede, ni nadie debe, vivir, vivir, sin amor”. Y ríe, porque la gente no ha conectado con el piano, pero ha conectado con su música. Y ríe, porque aún no está molesto, porque ningún boludo aún fastidia demasiado.

Fito se dará tiempo para cantar en portugués, para soltar unos solos que por momentos se alinean al silencio, para cantar un tema de Bob Dylan con su inglés de acento gaucho.

De repente, suena ‘La rueda mágica’ y la mayoría debe pensar por qué no me fui de casa a tocar rock and roll para no volver nunca más. Para ese momento, Anghie, la fan de Fito, ya ha suspirado más 100 veces para corear y corear las letras de su ídolo.

Al contrario de otras ocasiones, el rosarino no invoca al maestro, a Charly García, pero sí le hace un guiño cuando llega la hora de ‘Naturaleza sangre’, su canción que canta junto a Charly y pone ronca levemente su voz para simular la voz de Charly y así, aunque sea por un par de segundos, invocar fugazmente al maestro.

PASIÓN. Su entrega se refleja en su característica gesticulación.
PASIÓN. Su entrega se refleja en su característica gesticulación.

Clímax
Fito ya hace sus advertencias sobre un mundo que se rige a cuantos ‘likes’ se ponen. A lo triste que representa el que decir te amo sea decir cualquier cosa. Y se burla de los celulares, pero aún así, los celulares no se apagan, y los flashes tampoco.

En un instante de silencio, alguien grita con furia y destemple: ‘Tumbas de la gloria’. Fito le responde: “Aguantá un poco, che. Ya va a tocar tu turno”. Para dar una lección de paciencia arrancará con otro solo y después dará paso a Víctor Jara al poner en escena a ‘Te recuerdo Amanda’. De la melancolía se salta a la aventura y Thelma y Louise son un road movie dentro en su pentagrama, para después complacer con ‘Tumbas de la gloria’. Y la gente vuelve a corear, pero nadie canta tan rápido como Anghie. Fito aconseja, en medio de los aplausos: “Guarden la energía, que la van a necesitar”.

Una luna aparece en el fondo, baña de luz a Fito y al piano. ‘Te vi’ es la canción que llama a la luna, y que llama al llanto. Renata Moncayo, de 33 años, derrama lágrimas. “Te dije, hoy voy a llorar, no puedo aguantar, voy a llorar”, dice Renata mientras sus espejuelos se empañan y se limpia las mejillas.

EL DATO
El argentino prepara el lanzamiento de su nuevo disco ‘La ciudad liberada’, el cual verá la luz el 24 de noviembre y tiene 18 canciones.La luna también hace que Fito cante a capela. Y los flashes lo convierten en un topo. Se cubre el rostro y las luces de los celulares aumentan. No entienden que Fito desde que puso sobre el piano ‘Te recuerdo Amanda’ ya se quitó las gafas y los flashes le molestan más que nunca: “Los que están con los flashes cagaron el momento, cagaron la canción”. Mientras los celulares se van apagando, el rockero se golpea el pecho y dispara: “Este es el registro que cuenta, el del corazón”.

Como para conciliar, ahora sí pide que todos saquen los celulares, porque el tema que viene necesita brillo. ‘Brillante sobre el mic’ es la elegida para levantar la bandera blanca, pero siempre hay un boludo, que, aunque corre como abuelita, evade la seguridad y se sube al escenario y busca una selfie. “Qué droga te tomaste, loco”, dice Fito.

Y, quizás, tras una hora y doce minutos podrían venir más canciones, pero Fito prefiere tocar ‘Mariposa tecnicolor’ como un presagio de que es mejor que se acabe la cosa.

Pero siempre habrá el ‘Olé, olé, olé, olé, Fitooo, Fiiitooo’, siempre habrá “el una más, y no jodemos más”, que hacen que el rockero vuelva con el mismo traje gris pero con un buzo rojo esta vez.

Debe mostrarse un poco enfadado, pedir que no jodan con los celulares, que primero le permitan cantar a él. A capela suena ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’, y ofrece su corazón “aunque unos putos no apaguen el flash”.

Se sentará y nuevamente le dará duro al piano con ‘Dar es dar’ e introducir un cachito de ‘Buena estrella’, como para hacer terapia, como para respirar 10 segundos de los flashes y así poder invocar a ‘Dale alegría a mi corazón’, para después dar besos a todos lados, entrar al camerino, no volver más, aunque el público pida una más para no joder más por casi diez minutos.