Todos debemos perder

Manuel Castro

En una entrevista así lo sostenía el periodista Jorge Lanata refiriéndose a las medidas que había adoptado el presidente Macri en Argentina, que consisten en un duro ajuste a la economía popular y empresarial para salir del caos de los anteriores gobiernos peronistas. En el Ecuador, sin dramatizar, todos debemos igualmente ajustarnos los cinturones para paliar en algo el desastre económico, político, social y ético que nos ha dejado el correísmo en estos últimos diez años.

El primero que tiene que perder es el gobierno del presidente Moreno. No puede seguir gobernando con los mismos causantes del desastre financiero, judicial y de control del anterior gobierno. Desde luego es duro exigir aquello, pues fueron Correa, su partido y el triste papel del Consejo Electoral los que le dieron el triunfo. Pero hay que recordar que ahora es el presidente de todos los ecuatorianos, situación que lo ha reconocido el presidente Moreno y que en sus discursos y varias actuaciones lo ha ratificado, entre otros el convocar a una consulta popular que de ser sus resultados positivos desmantelará una red de corrupción, arbitrariedades y atentados contra la democracia.

Hay frentes que debe atender el gobierno: en el político, debe echar al traste la ley de comunicación, pues sin libertad no hay justicia ni progreso; en el económico: no seguir la política correísta, que lo ha hecho al enviar a la Asamblea el proyecto de “Ley Orgánica para impulsar la Reactivación Económica del Ecuador”, lindo título que no corresponde a la realidad, ya que dicho proyecto no tiende a mejorar la economía del país sino que es un arbitrio recaudatorio. Ventajosamente el presidente Moreno ha afirmado que ya tiene un “par de objeciones” a sus propias ideas; y el de política internacional, ya que una ciega pasión ideológica no hace bien al país.

Los sectores privados deben poner su cuota de ponderación y sacrificio, no frustrarse ante la falta de un claro programa económico y probar que son emprendedores, creativos y admitir que “a todos nos ha tocado vivir los tiempos más difíciles”, como afirmaba irónicamente Borges.

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