Javier Cercas: “Escribir una novela es formular una pregunta de la manera más compleja”

Su última novela se llama ‘El monarca de las sombras’ (Random House, 2017).
Su última novela se llama ‘El monarca de las sombras’ (Random House, 2017).

Siempre supo que sería escritor, pero jamás se imaginó que sería un escritor leído, traducido y que podría vivir de su escritura, sin mencionar los viajes y la fama. “Hasta mis 40 años yo era un escritor por completo desconocido, y debo decir que nunca me quejé de eso porque me parecía lo normal”, dice Javier Cercas, al contar cómo su novela ‘Soldados de Salamina’ (Tusquets, 2001) lo puso en el mapa de la literatura en lengua española.

‘El monarca de las sombras’ (Random House, 2017), su más reciente publicación, aborda la historia de su tío abuelo, Manuel Mena, que con 17 años se enlistó en el ejército de Franco para, en la Guerra Civil Española, defender la familia, la religión y la patria. Murió dos años después. “De todos modos”, comenta Cercas con el novelista ecuatoriano Carlos Arcos Cabrera, “déjame decirte una cosa, mi motor no es ni la historia, es lo que no entiendo. Es decir, yo escribo para escribir cosas que no entiendo, mi motor es la perplejidad”.

Cercas pertenece a la familia de los novelistas puros, en el sentido de que su oficio consiste, fundamentalmente, en reflexionar sobre el género legado por el autor del Quijote. “La primera norma que nos da Cervantes es que aquí no hay normas, esto es una revolución absoluta”, piensa. “¿Tenéis algo aquí parecido a un cocido?”, pregunta. Arcos Cabrera responde que sí, la fanesca. “Pues la novela es como la fanesca, puedes meter absolutamente todo”. Luego, con una sonrisa, afirma que pertenece a la tradición de la novela de Rulfo o de Vargas Llosa. “Yo no soy un escritor español, soy un escritor en español, tú y yo, Carlos, formamos parte de una única lengua y esto es un privilegio extraordinario, del que no somos del todo consientes”, dice, antes de la entrevista para La Hora.

En ‘El monarca de las sombras’ enfrenta el pasado franquista de su familia, luego de que en ‘Soldados de Salamina’ cuenta cómo Miralles, un soldado republicano, le perdona la vida al poeta del franquismo. ¿Qué hay detrás?
Esos dos libros han sido entre ellos complementarios. En el fondo, todos los libros son complementarios porque todos salen de ti. ‘Soldados de Salamina’ podría leerse como una reivindicación del pasado republicano, que es el pasado que creo que hay que reivindicar y que yo reivindico. En el caso de ‘El monarca de las sombras’ lo que hay es una asunción del propio pasado, que es muy distinto. Yo vengo de una familia franquista, cuyo héroe era este chico, el protagonista de la novela, Manuel Mena, un chaval de 17 años cuando estalla la guerra. Y en una familia como la mía, pequeños propietarios rurales, de un lugar muy humilde, era un chico además con inquietudes muy intelectuales, el primero en la familia que estudiaba, casi el primero del pueblo que estudiaba. Cuando estalla la guerra contra la República, él se alista entusiásticamente con las tropas de Franco y muere dos años después, tras haber luchado en los frentes más duros de la guerra.

Interrumpo: ¿para Usted era motivo de vergüenza este tío abuelo por su militancia franquista?
Sí, claro. Pero yo siempre quise escribir este libro. Este es el primer libro que yo quise escribir. Para mí escribir una novela es formular una pregunta de la manera más compleja posible. Y esta es la primera pregunta seria que yo me hice en mi vida. La verdadera protagonista de esta novela para mi es mi madre, que es quien me lega la historia. Y claro, ella tenía 5 años cuando estalla la guerra, 7 cuando muere su tío, casi su hermano porque vivían juntos. Para ella, él era un héroe. Eso se pregunta este libro, ¿qué hacer con esta herencia?

¿No será que ‘Soldados de Salamina’ encajó en un momento histórico en que había la necesidad de encarar el pasado?
Ese libro se leyó mucho en otras partes, muchas lenguas, pero en España fue distinto, se convirtió en otra cosa, un fenómeno.

¿Por la columna de Vargas Llosa en El País, cuando era desconocido?
Eso ayudó, por supuesto, muchísimo. Vargas Llosa es el escritor que a mí me descubrió. Sin embargo, después de muchos años, he llegado a una conclusión. Hay una frase de Richard Rorty extraordinaria: “El éxito de un libro se debe a la coincidencia azarosa entre las obsesiones privadas de un escritor y las necesidades públicas de una sociedad”. Esto explica el éxito de ‘Soldados de Salamina’ pero también el del ‘Quijote’, ‘Las cincuenta sombras de Gray’, no tiene que ver necesariamente con la calidad de un libro. Ahora, el mío era un libro que hablaba de la necesidad de recuperar un pasado enterrado, que era el pasado republicano.

¿Cómo influye la historia española en la atmósfera de sus novelas?
T. S. Eliot, un escritor al que adoro, decía que la única forma de ser universal es ser local, entonces la historia española que no aparecía en mis primeros libros, libros posmodernos, sí tiene un peso evidente. Pero tiene un peso en la medida que es parte del presente, a mí lo que hoy me obsesiona es el pasado como dimensión del presente.

El clima polarizado que recrea en ‘Anatomía de un instante’ habla de los rezagos de las dos Españas irreconciliables. ¿Cómo entiende ahora el separatismo catalán?
Es complejo, sobre todo porque todavía está ocurriendo. Cuando me preguntan por estas cosas honestamente me siento como Fabrizio de Dongo de ‘La Cartuja de Parma’ en Waterloo: no se entera absolutamente de nada, oye gritos, ve caballos, pasa Napoleón que es su héroe absoluto y no lo reconoce. Hay muchas causas, pero esto hay que entenderlo en el contexto de la crisis económica que ha vivido Occidente. Es decir, la crisis de 2008 solo es comparable a la de 1929, que provocó una guerra que mató a más de 50 millones. Esta crisis ha provocado terremotos totales. Tenemos a Trump, el Brexit, el auge de partidos populistas. Por fortuna lo vamos a controlar, pero es el retorno de la política épica, sentimental, las seducciones de los líderes carismáticos, las pasiones. Lo de Cataluña es la última manifestación del populismo en Europa. (MMD)