Vergüenza en baloncesto

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Profundo dolor ha causado en el pueblo de Esmeraldas la noticia de que el seleccionado femenino de baloncesto de menores ha recibido soberanas palizas de sus similares de otras provincias y que los dirigentes locales han puesto como pretexto “no haber tenido continuidad” para tal demostración de incapacidad. Eso es inadmisible y lo menos que puede pedirse es “que se vayan todos”.

La colectividad recuerda que desde los años 60 hasta mediados de los 80 los seleccionados blanquiverdes de todas las categorías derrotaban a sus rivales con marcadores escalofriantes como el 168-14 a Manabí y 135-36 a Pichincha en el campeonato nacional mayores de Babahoyo, en 1977 y que las victorias se sellaban con marcadores superiores a los cien puntos.

Que el quinteto de oro con Nubia, Pilar, Piedad, Mercedes, Melba, Felipa y otras, conquistaron oro bolivariano, bronce sudamericano, clasificaron a un mundial y a Juegos Panamericanos, por primera y única vez en la historia; que a este equipo se lo bautizó como ‘El vendaval del trópico’ por su velocidad y técnica. De igual manera se contó con otro quinteto al cual se nominó como la máquina, integrado por Beatriz Quiñónez, Dina y María Jauch, Dasne Rodríguez, Mariela Ayoví, Annelly Oyarvide y otras, que deslumbraron en todos los escenarios continentales por alta técnica y rapidez.

Esos conjuntos no eran producto ni de la raza ni de la improvisación, debido a que en este planeta no existe cepa superior ni inferior. Eso era consecuencia del trabajo, de una enseñanza-aprendizaje científica, constante y de alta responsabilidad. Nadie estaba esperando a que el saber llegue por generación espontánea. Algunos ignorantes bregaron y consiguieron que la transmisión de conocimientos metódica y didáctica que se aplicaba para el sistema educativo del baloncesto desaparezca y creyeron que cualquier improvisado podía conducir a las féminas canasteras. Ahí tienen hoy las consecuencias. Quienes fungen de directivos de este deporte en la Federación Provincial, deben ser jubilados antes que el contagio se extienda.

A su debido tiempo, por esta misma columna, sugerimos que traigamos a la Universidad Vargas Torres, entrenadores de Cuba, Argentina o Estados Unidos, para que preparen a los futuros técnicos de manera científica y racional, porque quien formó a los conjuntos del pasado ya no volvería, ni por voluntad ni por edad. Ahora lo repetimos. No hay que engañarse, pensando en brujerías, el básquetbol es ciencia que requiere de formadores capaces y disciplinados, de lo contrario los bochornos proseguirán por siempre.