Se fue

Freddy Rodríguez

Con mucha más pena, y absolutamente sin gloria, se fue el exjefe de todos los jefes, luego de su tan anunciada visita, en la cual, según él, sus viudas, los incondicionales y adulones que aún le quedan, se iba a detener el curso de las aguas de los mares y ríos, dejaría de soplar el viento, las calles, avenidas y plazas de los lugares por donde él tenía planeado recorrer se abarrotarían de multitudes ávidas por escuchar su voz estentórea, ávidas por mirar sus gestos, su ceño fruncido, su risita irónica.

La cruda realidad, sin embargo, fue otra. Las calles y plazas por donde pasó apenas recibieron a unas decenas, quizá centenas, de partidarios que lo vitorearon, pero que cada vez son menos, muchísimos menos. Su discurso fue repetitivo, contradictorio y cansón. Su rictus, otrora de triunfo, prepotencia y sarcasmo, fue reemplazo por una mirada confusa, por gestos de contrariedad, de desaliento, de derrota. No, no esperaba que el pueblo, al que tanto sirvió (según él), al que tanto amó (según él), por el que tanto se sacrificó (siempre según él), ahora lo abandonaba. ¡Mal agradecidos! Los objetivos de su visita se redujeron básicamente a dos: echar abajo la consulta, y retomar el control de la secta Alianza PAIS.

Ninguno se cumplió. Patético fue escucharlo decir que, con la consulta, se destruiría el “Estado de Derecho”, que Moreno captaría todos los poderes, que se acabaría la independencia de funciones, él, precisamente él, que en su momento de mayor delirio, embriagado completamente de poder y de soberbia, sin ponerse colorado, dijo que, como Jefe de Estado, no solamente era el jefe de la Función Ejecutiva, sino también de las Funciones Judicial, Legislativa, Electoral, y de las superintendencias y organismo de control, y, con desparpajo, jubiló a Montesquieu, ya que sus teorías de “los pesos y contrapesos en el poder” habían sido superadas por la revolución ciudadana, en donde hay un caudillo que manda y todos obedecen. Pretendió hacer una convención de su movimiento en Esmeraldas, la cual, al no ser reconocida por el organismo electoral, no pasó de ser una reunión de amigos. Vino, se fue, y aquí no ocurrió nada. Que le vaya bonito.