El tobogán suicida

Rosalía Arteaga Serrano

Como lanzarnos al vacío desde una altura inmensa, sin tener abajo más que la seguridad del estrépito de la caída, es Ecuador con un sistema de pago electrónico manejado a través del Banco Central. Por ello hablamos y asimilamos este tema a un tobogán suicida.

El nuestro es un gobierno hambriento de dólares, no solo para la inversión en obra pública y para cumplir las ofertas de campaña, sino para el gasto del día a día y el pago de los intereses de la creciente deuda pública.

La viva imagen de Venezuela, un país enormemente rico, que malgastó la bonanza que trajeron los buenos precios del crudo y que ahora se debate en la hiperinflación, la miseria en la que ha caído buena parte de su población, la violencia, el éxodo de entre el 5 y el 10% de su población, desesperada ante lo que ocurre y con pocas esperanzas para el futuro.

Un medio electrónico de pago en manos de un gobierno sin dinero, es abrir las puertas a la emisión inorgánica. Es hacer que esa billetera electrónica que, en manos de cada uno de nosotros significa usar el dinero que tenemos en el banco, se quede en una mera fórmula de pago desesperada.

Es entrar en una escalada vertiginosa que nos puede llevar a la desdolarización cuando se devalúe la moneda virtual por la desconfianza existente y tengamos de facto un sistema paralelo que nos lleve a la tragedia que viven nuestros hermanos venezolanos.

No vale la pena correr los riesgos que describo, el gobierno ecuatoriano tiene todavía demasiados rezagos del correato y quienes mintieron al país diciendo que la mesa estaba servida, tienen todavía injerencia y capacidad de maniobra suficientes como para que digamos, sin reservas, no a la utilización de dinero y de mecanismos de pago electrónico en el Ecuador.

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