La cofradía del ático…

Alfonso Espín Mosquera

Vino Correa y se fue con más pena que gloria. ¿Qué dirán la señora Rivadeneira, Patiño, Buendía, Aguiñaga o Soliz, quienes pensaron salvar su movimiento con la presencia de su líder? ¿Qué dirá el mismo Rafael, una vez que se vio sin poder y no solo obviado, sino rechazado por quienes otra hora le hacían vivas? En CNN le pusieron en el sitio. Lo que mejor pudo haber hecho fue no salir del ático para evitarse estos contratiempos. Se me hace que un tiempito más y hasta le ponen grillete.

AP no ha sido nada, pues ya se vio que tiene una profunda división, está resquebrajado, lisiado de por vida. Meses atrás los nombrados, y muchos más, se jactaban con una prepotencia sin límite, perseguían a quien no pensara igual y declaraban lo que fuese amparados por ese caudillo mal educado, que perdió voz y voto.

Ahora nos viene la consulta popular y creo que, por el bien del país y para desentrampar de alguna manera algunos hilos que atan ciertas prácticas pícaras y aun dolosas, habrá que votar por el sí, aunque no signifique el arreglo definitivo. Diez años fueron bastante tiempo como para hacer daños fatales a la nación, sobre todo una corrupción flagrante que no tuvo compasión con nadie y no respetó nada y de la cual hay responsables intelectuales, operativos y de otras denominaciones. Esperemos que finalmente sean castigados como se merecen y lo más pronto posible.

Nos acostumbramos a soportar las arbitrariedades, las sabatinas donde se vanagloriaban los que nos gobernaron, muchos de los cuales son perversamente corruptos, cuyas vidas cambiaron desde que empezaron a ejercer el poder. Se hicieron de propiedades, vehículos y plata, que con seguridad no hubieran obtenido porque sus vidas pasadas estaban marcadas por la modestia y, en algunos casos, por la precariedad.

Bien dice el refrán: “Pero, eso sí, hay un Dios”. A veces tarda, pero no olvida. Ojalá en esta ocasión no se hagan cortinas de humo detrás de la consulta. Ojalá ese Dios sea diligente y de una vez por todas se sienten precedentes para quienes hacen del ejercicio del poder el negocio de la vida.

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