Los juguetes

Patricio Durán

“Mamá, donde están los juguetes. Mamá el niño no los trajo. Será, que no vio tu cartita, que pusiste en la noche sobre tus chancletitas. Mamá, hoy me siento muy triste. Mamá, el niño no me quiere. Mamá, donde están los juguetes, ¡Ay! Mamá el niño no los trajo…”, dice la letra de un conocido villancico.

Se acerca la Navidad y el afán consumista de la gente se acrecienta. Este sistema consumista, desenfrenado, está propiciado, asegurado y perpetuado por una publicidad y propaganda agresiva de fabricantes de productos y servicios de toda índole, que desvirtúa el verdadero sentido de la Navidad: el nacimiento del hombre más grande de todos los tiempos, Jesucristo.

Este consumismo, con Papá Noel a la cabeza, nos induce a regalar a nuestros seres queridos una diversa gama de artículos: a los “niños pequeños” juguetes, caramelos, muñecas Barby, pelotas, bicicletas, ropa, etc; a los “niños adultos” muñecas inflables, celulares, computadoras, motos, autos, según los recursos de cada quien.

Esta ha sido la tónica en los últimos tiempos, pero en este año que termina –y no es cosa de echarle toda la culpa a Papá Noel- a quien le ha salido un competidor tenaz, que nos ha ofrecido la salvación en vida, con su plan “Toda una vida”, santo remedio para dejar de sufrir, con las construcción de 250 mil viviendas dignas, la fundación de 40 universidades técnicas con planes de estudio, levantar escuelas similares a las del milenio, pero más pequeñas, para que les queden cerca a los niños y no deban mudarse o viajar para estudiar. También nos ofreció aplicar instrumentos internacionales como el de Naciones Unidad para combatir la corrupción, aplicando la cirugía mayor, etc. El pueblo se lo creyó y ahora espera sus juguetes. No sea que empiece a preguntarse ¿dónde están los juguetes?, como en el villancico de marras.