Por la excelencia educativa

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

El comportamiento de algunos ciudadanos, de emprender cambios sustanciales en la educación ecuatoriana, a partir del conocimiento de la deficiencia en esta rama básica, que se venía ofreciendo al país desde hace cerca de 40 años con resultados de apenas el 03% de excelencia académica parecía agradar a todos, pero al parecer no es así.

El derroche de los recursos económicos fiscales, mediante la apropiación directa de los fondos destinados al desarrollo de la enseñanza-aprendizaje, a la provisión de materiales de trabajo y otras urgencias, fueron una agresión contra los estudiantes de los niveles iniciales; pero también se cerraron centros de instrucción primaria y media en el sector rural, para trasladar a los preceptores a entidades urbanas, donde su presencia no era necesaria. Así se dio el caso de que en esta capital provincial funcionara un establecimiento con 11 alumnos y 19 profesores, el cual increíblemente tuvo la “suerte” de ser favorecido por una autoridad provincial que le designó el profesor número 20.

En otros casos la máxima autoridad -que no era escogida por concurso de merecimientos- nominada en atención a la tendencia política del presidente de la República de turno, disponía abrir escuelas en ciertos barrios de esta urbe, para agradar a los educadores que abandonaban el centro rural para autocambiarse, a veces con la aceptación del supervisor de la zona y el director de turno, para laborar en locales con cuatro cañas y un plástico en el techo, es decir, al aire libre.

Centros educativos confortables, con aulas pedagógicas, patios de recreación, laboratorios de investigación, computadoras y servicio de Internet, etc., era lo que se venía solicitando desde hace largo tiempo en el país, para contar con una educación de calidad. Cuando el Estado empieza a invertir para dotar a los niños y jóvenes de las herramientas requeridas, han aparecido ciertos “directivos” cavernarios opuestos a los establecimientos del milenio, por no haberlos construido junto a la vivienda de todos los estudiantes y exponen su clamor para retomar al pasado, a la escuelita de dos paredes, sin servicios sanitarios, Internet, laboratorios indispensables, espacios de recreación, etc., a pretexto de “entregar mayor comodidad a niños y adolescentes”.

Se han olvidado los reclamantes que los medios de transporte modernos han acortado las distancias y que ya se superó el traslado a pie, a caballo o en canoa, al centro de estudios, como les tocó hacerlo a nuestros antepasados. Nada de retrocesos ni abandono de la educación. Queremos locales con profesores altamente preparados y transporte de primera a fin de que alcancen el nivel que exhiben en Cuba, Reino Unido y Finlandia, entre otros, calificados como ejemplares en el arte de la enseñanza- aprendizaje universal.