El mundo en 2018

Por: Ugo Stornaiolo

Hacer pronósticos sobre el estado del mundo es un ejercicio de imaginación. En el año que comienza, seguirán los dislates de Donald Trump y su errática política internacional, enfrentando a sus enemigos actuales, como Corea del Norte, creando otros –Rusia y China- y encendiendo el Medio Oriente.

En ese escenario, Rusia seguirá jugando un papel estratégico, a veces ambiguo, en sus relaciones con Turquía, China, la crisis siria o sus vecinos de la ex URSS. China va convirtiéndose en la primera potencia del mundo y abriendo mercados. Su nueva ruta de la seda pasa por el canal de Panamá.

Erdogan, el presidente turco, un nostálgico del Imperio Turco Otomano, jugaría un papel decisivo en las relaciones de Medio Oriente, donde amenaza situar una embajada en Jerusalén, contrarrestando el reconocimiento de Trump a esa ciudad como capital del Estado judío. El Ejército Islámico seguirá perdiendo fuerza.

España vuelve a su caótica normalidad luego de las elecciones catalanas. Macron, en Francia y Merkel en Alemania tendrán problemas de gobernabilidad ante el aumento de las protestas ciudadanas, el desempleo, la migración y la precariedad de las alianzas políticas europeas mientras crece una peligrosa ola de extremismos populistas de derecha.

Asimismo, gobiernos de derecha cobran protagonismo en Latinoamérica. Sin embargo, algunos “socialistas del siglo XXI”, como Maduro y Morales, lograrán reelegirse de forma fraudulenta, pero no acallarán las demandas sociales y la crisis, especialmente en Venezuela.

Por la sombra de la corrupción, sobre todo de Odebrecht, países como Perú tendrían problemas de gobernabilidad. Lula puede perder, por corrupción, su opción de regresar al poder en Brasil. Otros mandatarios y exgobernantes sudamericanos y centroamericanos serían procesados y encarcelados por esa causa. México daría un giro a la izquierda, con López Obrador.

La posverdad seguirá jugando un papel importante en la actuación de los políticos buscando que sus ideas se conozcan y los ciudadanos que están conectados en redes sociales jugarán un rol fundamental en el control social de los gobiernos.

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