Las palabras perdidas

Por: MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

Siempre escucho o leo, como muchas personas aplauden y agradecen las enseñanzas que les fueron prodigadas por sus padres o maestros, porque fueron estas las que le abrieron las puertas para ser personas de bien. Qué bonito es ver como ponen en práctica todos y cada uno de los consejos que ellos les legaron.

Ser educado, tener buenos modales, es comportarse correctamente en cada una de las situaciones que nos encontremos en la vida, es tratar a las personas, con total respeto, aunque no coincidamos con ellas en su forma de pensar. Otros modales atañen a asuntos más profundos, puesto que se relacionan con una actitud de civilidad para con los demás: cooperar, compartir o esperar un turno. Y estas buenas maneras nada tienen que ver con los conocimientos, lo mucho que se ha estudiado o el haber asistido a buenos colegios. La educación viene de casa y en la calle es donde la demostramos.

A propósito de las fiestas navideñas, tuve la oportunidad de recorrer algunos sitios en aras de proveerme de todo lo necesario para la celebración por Navidad y fin de año. Entré a lugares llenos al tope de personas que, al igual que yo necesitaban un artículo específico, y si, en más de una ocasión, el calor, el ruido y otros factores incidieron en nuestro estado de ánimo; qué pesar tener que presenciar como hubo quienes hacían gala de su sabiduría popular y se saltaban las colas, para salir más pronto. Además de esto, noté cómo las palabras “permiso”, “por favor” y “gracias”, por citar algunas, han desaparecido por completo del vocabulario de muchos.

Aducir, el clima, la falta de tiempo, la crisis económica o cualquier evento, para ser mal educado, creo que es peor que el acto en sí.

Entre mis buenos deseos para este nuevo año están, el que se pongan de moda los buenos modales, no tengo la menor idea cuando estos fueron desechados o encerrados en la última gaveta del closet.

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