Compensación para desposeídos

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Los afanes de predominio económico por parte de algunos países del orbe, son los culpables de la crisis social y económica que soportan las naciones de cierto sector, especialmente de Asia y África, cuyos habitantes pretenden ahora trasladarse a Europa, creyendo que allí los van a recibir con alfombra roja y bandas de música, cuando los gobernantes de esos estados y buena parte de su población, prefieren verlos lejos de ellos. La solidaridad humana, al momento, brilla por su ausencia.

Los hundimientos de barcos que trasladan desde los continentes amarillo y negro a los refugiados de las dos grandes extensiones de tierra hasta los países de los otrora dueños del mundo, han creado la sospecha de que no son hechos casuales y que manos siniestras han manipulado para averiar las naves y causar catástrofes increíbles con la pérdida de vidas humanas, especialmente de niños y mujeres.

Lo más censurable es que las entidades obligadas a velar por la suerte de los seres humanos, corno la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Vaticano, la Corte Internacional de Justicia, las iglesias cristianas y musulmanas, así como aquellos otros grupos teológicos que pregonan la hermandad universal, hayan cerrado su boca y no se advierta el deseo de expresar su rechazo a los traficantes de personas, a los que han reestablecido la esclavitud en Libia y otros países, ni mucho menos hacer uso de las armas para imponer el respeto hacia seres humanos indefensos, víctimas de las grandes potencias bélicas y económicas de ayer y de hoy.

El más grande foro universal, la ONU, debería emprender en una campaña de concienciación para que los pueblos se levanten en sus respectivas naciones y exijan el respeto a los hermanos africanos y asiáticos. A la vez deben buscar los mecanismos para que los imperios del pasado, que se adueñaron de las riquezas de todos los territorios actualmente en desgracia, reciban una compensación monetaria que les permita recuperar su economía, a fin de que puedan gozar de trabajo, alimentación, vivienda, educación y salud como les corresponde.

Ecuador, que en el pasado hacía escuchar su voz en las Naciones Unidas para defender a naciones agredidas, debería esta vez volver a pronunciarse por el imperio de la justicia y el derecho. No es que se vaya a solicitar regalos de nadie, sino que se repare el daño causado a los humanos que fueron despojados de sus bienes por el imperialismo que encabezaron el Reino Unido, España, Francia, Holanda, Bélgica y Alemania, entre otros.