Qué presidente queremos…

Mariana Velasco

Siempre tuvimos claro quiénes somos, quiénes no queremos ser y qué presidente queremos. Queremos un presidente educado pero firme para sancionar el comportamiento vil de un funcionario que no cumple con el deber. Por supuesto que queremos un presidente que permanezca cautivado por la democracia antes que por el autoritarismo, al que no se le suba el ego a la cabeza ni insinúe que sus adversarios políticos son traidores.

Anhelamos a un estadista con el manejo de las políticas nacional e internacional, más allá de sus afectos y pretensión de honrar a ciertos militantes de Alianza PAIS y deshonrar al Ecuador. Deseamos un presidente donde la superficialidad no tenga cabida, así como tampoco le obsesionen los índices de aprobación de su mandato.

Queremos un presidente que no le duela deshacerse de vestigios de la década pasada e integre y trabaje con un equipo de ecuatorianos de primer nivel y no deba pasar vergüenza ajena por la ignorancia o miopía de sus colaboradores.

Queremos un presidente que sea ejemplo de ética, coherente entre lo que predica y hace para comprender que el abuso físico, sicológico y sexual a niños y mujeres refleja una sociedad enferma, más aún cuando la impunidad campea. Deseamos un presidente que no se doblegue ante presiones de cualquier color.

Deseamos sobre manera un presidente que no valide el engaño, la hipocresía, el conflicto de interés y el nepotismo o un programa de empleo para sus familiares. El Ecuador requiere de un presidente cuya forma de hacer política se fundamente en su palabra y a través de ella pueda dialogar. Si no tiene palabra, ¿ cómo hacer política con alguien que no practica la política?

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