Anarquía organizada

Fabián Cueva Jiménez

La Comisión de Educación de la Legislatura, por decisión de un continuismo perverso, está presidida, hasta ahora, por el autor de una nefasta administración del gobierno anterior. Causante fue de: problemas de seguridad a niños y adolescentes, la desaparecida libertad de asociación de maestros en las instituciones, quebrantamientos de la ley, textos con sesgos ideológicos, abandono de lo rural y muchísimos más.

Todo lo hizo dentro de una anarquía organizada que seguramente desea seguir aplicando desde la Asamblea: ausencia de liderazgo, conocimientos, experiencias, normas, jerarquía, autoridad, para continuar exclusivamente con prepotencia y adulos. La meritocracia fue un burdo anuncio, tanto que el más alto de los funcionarios resultó un neófito a tiempo completo. Un economista floricultor que fracasó.

Hemos cambiado de gobierno, ya han pasado nueve meses de solo expectativas, las transformaciones en educación no aparecen, no hay personas con altos niveles académicos, no entienden de su valor, ignoran la teoría y la historia de la educación, no saben sobre pedagogías comparadas, no hay imaginación y creatividad para resolver problemas, no saben de procesos educativos.

Qué se puede esperar si la cúpula integrada por ministros, viceministros, subsecretarios marcan títulos y estudios alejados de la actividad educativa, su preparación debe servir en otras áreas: ciencias ambientales, economía, sociología, administración de negocios y empresas, ordenación territorial.

Para la administración educativa en todos los niveles es importante contar con líderes con formación pedagógica, con conocimientos de los procesos de enseñanza aprendizaje, manejo de leyes y otros recursos tangibles, convencidos de la misión enteramente social, con prácticas de valores y ética. Los hay, pero también hay que prepararlos, ahí el compromiso de la Universidad Nacional de Educación.

Dialécticamente la anarquía también es positiva, no es solo caos y desorden, produce un despertar proactivo. Hay que aprovecharla, ¿desde cuándo?