A veces los virtuosos matan a los distintos

Históricamente las mujeres han sido y son víctimas del fanatismo y los mitos religiosos. Las sociedades antiguas creyeron que el cuerpo femenino era morada del mal, que no debían sentir placer sexual, que no debían controlar su cuerpo. Todavía hoy, millones de mujeres sufren cada año la ablación del clítoris, en muchos países no pueden escoger su pareja, visten con ropas que ocultan sus formas. En 2009 cinco mujeres fueron enterradas vivas en Baba Kot, Paquistán, porque pretendieron elegir su marido, sin aceptar la pareja que les habían asignado los hombre sabios de su tribu.

La lapidación está vigente en Somalia, Irán, Sudán, Nigeria, Pakistán, Afganistán, Emiratos Árabes, Arabia Saudita, Indonesia y Yemen. La sharía condena a las mujeres que traicionan a su marido o tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio a ser enterradas hasta el cuello, para morir con la cabeza destruida a pedradas.

Los primeros que deben apedrearlas son sus hijos y familiares íntimos. En 2001 la nigeriana Amina Lawal fue condenada a esta pena porque quedó embarazada sin estar casada. El caso provocó la primera cibermovilización mundial en contra de la pena de muerte: se consiguieron casi diez millones de firmas que detuvieron su ejecución. Pasó lo mismo con Sakineh Mohammadi Ashtiani y otras mujeres de Irán que a veces llegaron a recuperar la libertad.

No tuvo la misma suerte Asha Ibrahim Dhuhulow, niña de 13 años lapidada en 2008 en un estadio de Somalia porque denunció que había sido violada. Los tribunales que las condenaron estaban compuestos por hombres virtuosos que querían defender las buenas costumbres de la sociedad.

También han muerto de esa manera o han sido crucificados homosexuales, disidentes y personas que abandonaron el islam. La crucifixión y decapitación del adolescente Ali al Nimr en Arabia Saudita provocó una movilización mundial solicitando clemencia. En el norte de África y varios países islámicos se produce una masacre brutal de cristianos.

También hay creyentes islámicos que se autoinmolan por la fe. Los terroristas de EI son piadosos que entregan la vida por Dios. Algunos hacemos lo que podemos para oponernos a estas acciones que consideramos monstruosas. Otros dicen que hay que respetar las convicciones religiosas de los otros. A veces los virtuosos son misóginos, absolutistas, matan a los distintos.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino