CARLOS CONCHA JIJÓN
Me tocó recorrer en taxi desde el centro de la ciudad hasta cerca del barrio Coquito, teniendo la ingrata impresión que en ese recorrido, que no duró más de 12 minutos, constaté con el señor que manejaba el taxi, exactamente diez infracciones de conductores de motos, lo que significa una violación a las leyes de Tránsito y malestar a la colectividad.
Estos hechos criticables y condenables me indujeron a relacionar los choques entre motos, motos contra carros, contra postes, contra peatones, pérdidas de pista, etc., como un producto directo de la irresponsabilidad de quienes abordan estos vehículos, pasando a transformarse en monstruos de la velocidad que merecen un mayor control y las sanciones correspondientes.
En toda la ciudad de Esmeraldas transitan muchos motociclistas, como en competencia, manejan sin casco protector o cuando van con casco llevan a alguien atrás sin casco y otras veces utilizan gorras, muchas motos no llevan placas y otras circulan por la noche sin luces.
Por las calles Bolívar, Olmedo y algunas transversales, da la impresión que se controla, pero salgamos al malecón, a la avenida Libertad, Olmedo, Colón y otras calles de los barrios apartados del centro, son verdaderos bólidos rompiendo récord de velocidad, con la venia de la imprudencia. Los medios de comunicación escritos y televisivos, diariamente nos informan de las muertes y heridos producto de accidentes de motos en toda la provincia, dándose la mayor cantidad en la ciudad de Esmeraldas y el cantón Quinindé, como en otras poblaciones.
Resulta un imperativo que los municipios, en coordinación con la Policía Nacional u otra institución afín al tránsito, resuelvan lo conveniente para evitar más muertes y situaciones graves e incluso robos producto del mal uso de estos vehículos motorizados, empezando por exigir las licencias de manejo, el buen estado de los vehículos y especialmente su uso por parte de menores de edad e imprudentes que ponen en riesgo la vida de muchas personas.