La fertilidad del suelo

JORGE ZAMBRANO ANDRADE

La fertilidad de un suelo generalmente se asocia a la fertilidad química, que a su vez está estrechamente ligada al uso de fertilizantes. En pocas oportunidades se habla de la fertilidad biológica y física, es decir, de la capacidad de las raíces de los cultivos para crecer y tomar agua y nutrientes del suelo.

Por eso, varios especialistas recordaron que el verdadero cambio de ejemplo en nutrición de cultivos consiste en comprender que existe una importante provisión de nutrientes asociados a la actividad biológica de un suelo.

El mayor desafío consiste en comprender cómo funcionan los diversos organismos del suelo y cómo intervienen en el reciclado de nutrientes.

Macro organismos como ácaros y lombrices ingieren residuos de pequeño tamaño y excretan nutrientes de alta disponibilidad para los cultivos. El incremento de la actividad biológica, además, genera un mayor reciclado de nutrientes, que provienen de la descomposición de los residuos.

Al haber un incremento de la actividad biológica en el suelo comienzan a predominar las fracciones orgánicas de fósforo. En general, se observa que del total del fósforo del suelo, entre el 50 y 75% corresponde a fracciones orgánicas, que las plantas pueden aprovechar.

Se produce un aumento de fósforo en profundidad a través de la redistribución que generan las raíces y microorganismos. Esto ocurre así porque en ese nivel la mayor parte de este elemento está en formas orgánicas que genera una mayor proliferación de raíces superficiales debido a la conservación de la humedad. Esto hace que aplicaciones de fósforo al voleo sean utilizadas por los cultivos tan eficientemente como las localizadas en bandas en la línea de siembra o al costado de ella. Ensayos realizados mostraron una interesante contribución del fósforo orgánico para nutrir el cultivo de cacao.

Estas tecnologías de última generación están siendo evaluadas y los avances indican que tiene un promisorio futuro, ya que no sólo incrementa los rendimientos, sino que mejora sustancialmente la eficiencia de uso de nitrógeno, que se mide a través de la cantidad producidos por cada kilo de nitrógeno aplicado.

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