Cerremos el feis

Pablo Escandón Montenegro

-Mudémonos del barrio Facebook.

-Sí, ya de una. Pero a ninguna que sea de las GAFA: Google, Amazon, Facebook y Apple.

-Entonces, ¿a dónde?

Este sería un diálogo entre usuarios de plataformas que viven en los entornos de las grandes corporaciones de la industria digital, donde no hay opciones a la concentración de contenidos, software, publicidad y algoritmos de estas empresas.

El mundo digital va más allá de estas marcas oligopólicas. Y no solo hay que mirar a las desarrolladas en código abierto o de software libre, sino también a las privativas pero que no son parte de los tentáculos de estas grandes corporaciones.

En enero de 2018, Montse Hidalgo Pérez publicaba en la sección Retina de Diario El País cinco opciones alternativas al dominio de estos medios sociales, donde los datos personales tienen un fin único: comercializarlos. La autora menciona a Mastodon, Scuttlebutt, Ricochet, Agorakit y Signal, esta última, la app preferida de Edward Snowden. Todas, sin fines de lucro con los datos de los usuarios.

Los espacios digitales de encuentro y socialización son más antiguos que Facebook. Zuckerberg solo capitalizó y comprendió que del encuentro digital podía hacer dinero. Pero las míticas salas de chat, que para algunos son arqueología digital, siguen existiendo y son espacios de encuentro donde los usuarios controlan los accesos, la información y los datos.

Facebook ha pasado a ser como la televisión de señal abierta, en QUE circula mucha información, alguna útil, pero la mayoría completamente intrascendente. Es el peligro de los medios y su masificación: volverse anodinos. Pero tampoco es culpa solo de Facebook.

Quienes usamos estas plataformas somos, en cierto sentido, voyeuristas y chismosos. De ahí a tener a estos espacios como amos y señores de la opinión pública y como termómetros de nuestras decisiones, no depende de Zuckerbergs ni Bezos, sino de nosotros. Por ello, necesitamos más ciudadanos digitales y menos masa
algorítmica.

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