¿Incendio o divago?

Victor Cabezas

Los ecuatorianos estamos navegando en un barco con una brújula a ratos averiada y a ratos perdida entre las manos de un capitán que trata, aún sin éxito, de organizar una tripulación en medio de una marea de cuyas proporciones reales aún no tenemos ninguna certeza.

Cuando iniciaba este año el entonces Ministro de Economía auguraba que íbamos por buen camino, anunciaba un plan económico que, sin tocar puntos sensibles, lograría asegurar el cumplimiento de las obligaciones de pago y los compromisos sociales del Gobierno. La anterior semana, el ahora exministro nos dice que estamos en una situación crítica.

Los mensajes del presidente Moreno los lunes son alentadores, muy propios de un padre de familia, quizás esperanzado o profundamente resignado, frente las nefastas condiciones económicas, institucionales éticas y morales heredadas. Los mensajes son positivos. Pero de pronto, Miguel Carvajal, estratega de este Gobierno, nos dice que enfrentamos una crisis económica, que no hay plata en el fisco y que el IESS está quebrado. O sea, unas de cal y otras de arena.

Lo cierto es que los ecuatorianos somos pasajeros de un barco al que solo lo comanda la incertidumbre y prima, cada vez más, la sensación de que no existe un proyecto de gobierno claro y articulado detrás de las acciones de los diversos funcionarios del Presidente. Mientras el ministro Pablo Campana busca abrir el país a los mercados extranjeros, la Canciller se empeña en apoyar, cada vez más silenciosamente, al gobierno dictatorial y criminal de Venezuela, convirtiéndonos en un Estado que en la arena internacional es cómplice de una barbarie, lo que no es poca cosa.

Como estos, tenemos decenas de ejemplos que nos demuestran un enredo ejecutivo que al final del día genera una pregunta: el Gobierno, ¿es inerte o está divagando? En ambos casos los ciudadanos nos hallamos en una mordaz disyuntiva, pues si divaga puede ser que nos dispare a rumbos económicos, sociales e institucionales inciertos y, quizás, contraindicados y, si está incendiado, como ha afirmado Miguel Carvajal, en pocos meses se cumplirá un año sin que se haya activado formalmente la alarma, sin arsenal y, lo que es peor, sin bomberos.

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