Rafael Correa y la desmesura

Jaime Durán Barba

En 2014 varias diputadas correístas presentaron un proyecto de ley para despenalizar el aborto cuando la mujer ha sido violada. Rafael Correa anunció que si se aprobaba esa ley, renunciaría a la presidencia de la República, exigió que retiren el proyecto, dijo que pediría su descalificación como diputadas y su expulsión del partido.

En este tema ningún político conservador ha tenido posiciones tan radicales. Correa en realidad nunca fue de izquierda o de derecha, sino que vivió en la extrema impostura. Un presidente democrático no amenaza ni chantajea, propicia la libre discusión de las ideas.

Todo autoritario tiene como blanco a los periodistas. Durante una rueda de prensa una comunicadora preguntó algo que no le gustó y respondió: “Yo a usted no le respondo porque es una gordita horrorosa”. A otro periodista de baja estatura no le respondía porque era un “Tarzán de bonsái”, a otros porque parecían pitufos.

Cuando en un programa de televisión o de radio alguien lo criticaba, el gobierno interrumpía la programación para insultar y calumniar a quien estaba hablando. Durante su gobierno se cerraron periódicos y revistas, y se amenazó tanto a la prensa que quedaron pocos medios independientes que se atrevían a hablar de política, mientras los medios gobiernistas se dedicaban al culto a la personalidad de Correa y a denostar a sus opositores.
Cuando llegó al poder habló unas frases en quechua y empezó a vestir con camisas bordadas con flores.

El y los turistas creían que esa era la indumentaria típica de los indígenas. Quienes hemos tenido contacto con culturas andinas desde la infancia sabemos cuándo alguien habla quechua y cuando emite sonidos memorizados. Correa ignoraba que las camisas floreadas son vestimenta exclusiva de las mujeres y sus camisas, una farsa.

Al final de su gobierno acumuló el rechazo radical de las organizaciones sindicales, indígenas, ecologistas, de lucha por los derechos de las mujeres, de periodistas, empresariales, profesionales.

Podríamos mencionar cien casos más de abuso de poder en los que Correa trató de comportarse como un líder sobrenatural y solo hizo el ridículo. Todo esto sirvió para que la Universidad de La Plata le otorgue un doctorado honoris causa por su lucha por la libertad de expresión. Fue su decimoquinto doctorado honoris causa, que le puso por encima de Stephen Hawking, un intelectual que solo obtuvo doce títulos, un flojo que nunca resolvió los problemas a trompadas.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.