Secuestrados

Pablo Escandón Montenegro

Siempre fuimos vulnerables. Nunca estuvimos preparados para esto, porque nos tenían narcotizados, siempre viendo a otro lado y no donde debíamos. Fuimos manipulados por la “inteligencia progresista” que ve enemigos en la familia, en los amigos, en la educación, en todo lado menos donde debe.

Por eso nos faltan tres y hasta más, por eso hay gente desaparecida, porque el enemigo siempre estuvo con nosotros, disfrazado en espera de actuar cuando las condiciones le fueron favorables.

Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra son los nombres de toda la prensa. Son nuestros amigos, padres y hermanos que confiaron en que vivíamos en un país de paz, donde era imposible que sucedieran estas acciones porque los objetivos del secuestro son los políticos, nunca los periodistas.

La prensa estuvo secuestrada diez años por la política oficial, por los intelectuales orgánicos que ahora arman cibermedios cavernícolas y en sus interfaces callan el secuestro, porque marcan la agenda y generan opinión pública “trascendental” para hablar de lo “realmente” importante.

No hablan de la gente más próxima. No hablan de Paúl ni de Javier ni de Efraín, porque no los conocían, entonces no son dignos de su interés ni de su análisis sesudo.

Para ellos el culpable es el medio, es la prensa privada que no les dio las garantías para ejercer su trabajo precario y mal pagado, que la Ley de Comunicación logró revertir y hacer justicia.

Todos estamos secuestrados, incluso ellos, aunque no esté en su agenda político mediática hablar de Javier, Paúl y Efraín. Porque invisibilizar este hecho y no sumarse a la súplica de todo un país no es seguir mirando donde no deben, sino tener una costra impenetrable en el corazón. Ser sensible al prójimo no es propio del “pensamiento crítico”, sino de la débil institución neocolonial.

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