Qué vuelvan

MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

Existen plegarias que se dicen en voz muy bajita, quizá con la esperanza de que no lleguen sonar a imposición. Son en esos instantes en los que el corazón ya en plena concordancia con la mente sabe que aquella suplica no se hará realidad, pero aun así no dejamos de cruzar los dedos mientras miramos al cielo.

Desde que se hizo pública la desaparición de los tres periodistas, luego su asesinato, y posteriormente el secuestro de una pareja, de la cual aún no se tiene noticias; no dejo de pensar en la difícil situación que deben estar viviendo sus familiares y en el caso de estos últimos, imagino que el sufrimiento será peor, conociendo el desenlace que tuvieron los comunicadores.

En muchas culturas, el hecho de poder despedirse de un ser querido ayuda a superar el duelo, en la nuestra es común ver como algunas familias llegan de lejos para dar un último adiós. Por ello me sumo a las plegarias de los allegados a los periodistas que piden que los devuelvan, porque sus familiares necesitan superar ese dolor, tener un lugar donde visitarlos y hablarles de aquello que no pudieron decir.

En el caso de las familias de la pareja desaparecida, no es difícil dejar sentir lo que ahora están sufriendo, la incertidumbre, el pesar. No estoy diciendo que esta pareja haya tenido un triste final, pero es quizá el sentimiento de muchos. Es así como, en este caso, igual que con los mencionados anteriormente, ruego que esta espera llegue a su fin, que por fin los devuelvan, porque un día más sin respuestas, se vuelve una tortura.

Leo de algunos casos, de personas secuestradas, de las cuales pasan años de no conocerse nada, ninguna señal que les dé esperanzas a sus padres e hijos; niños que crecen sin volver a ver a sus padres, madres que mueren sin despedirse de sus hijos; sin la certeza siquiera si se encontrarán en el cielo. Por ellos y por tantos, elevemos una plegaria para que todos vuelvan.

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