NINI: cómo los políticos arruinan a los jóvenes

El término nini -ni estudia, ni trabaja se introdujo en el Reino Unido en 1999. Ese término, que describe con cierto menosprecio a los jóvenes que ni estudian ni trabajan, es una realidad trágica pero no natural sino impuesta a la sociedad.

Como dice Alejandro Cercas, cuando no hay futuro para la juventud la sociedad entera camina hacia la decadencia. No quedará impune marginar a tantas personas con tanto futuro por delante. Los daños afectarán negativamente a la economía, la salud, la demografía, la convivencia, y a la propia democracia.

En América Latina en 2016 el desempleo juvenil subió desde el 15.1% en 2015 al 18.3 % en 2016 -unos 114 millones de jóvenes- según la OIT. Destacándose Argentina con el 24.6 % de desempleo entre los menores de 25 años, el más alto de la región, según Adecco.

Ahora, llama la atención que haya tantas personas desocupadas y al mismo tiempo tanto trabajo por hacer: viviendas para personas sin casa propia, hospitales, rutas, etc. Dicen que faltan capitales, lo que no es cierto ya que las casas podrían -eventualmente- construirse a mano sin empresas constructoras capitalizadas.

El capital, dice la economía, no crea trabajo, el trabajo está allí, es natural: hay muchísimo para hacer. Lo que hace el capital es aumentar la productividad: compra una máquina que realiza el trabajo con más rapidez y eficacia, lo que lleva a un aumento del poder adquisitivo de las personas.

Entonces, si naturalmente hay tanto trabajo -y no es necesario el capital- alguien está impidiendo que la gente trabaje: los políticos, con sus impuestos y leyes laborales coactivamente establecidas. Ya que, por ejemplo, al cobrar impuestos encarecen el trabajo y, por lo tanto, o no se realiza, o se hace en “negro” por fuera de la ley.

@alextagliavini