Ópera en Quito

Pablo Escandón Montenegro

Hasta hace poco tiempo la ópera estaba asociada con el Teatro Sucre. Solo allí se podía apreciar este género, porque era el único que producía en la ciudad.

Pero para sorpresa muy bien aceptada por la ciudadanía, la gente no tuvo que irse hasta el Centro de Quito para admirar una propuesta de calidad. El escenario fue la Casa de la Música, un bello espacio para conciertos, pero muy retador para montar un espectáculo dramático.

Madama Butterfly fue la obra escogida por un grupo de cantantes líricos que han participado en varios de los montajes escénicos en la ciudad y en el país, lo que demuestra que la actividad está vigente y que existe formación profesional de barítonos, sopranos, bajos, contraltos y coros.

Montar una historia cantada de Puccini fue un reto para este colectivo de actantes (actores/cantantes), que en sus jornadas de trabajo incluyeron la consecución de este proyecto personal como un reto de grupo y un reto social, ya que en muchos casos, hubo quienes les dijeron que no estaban en condiciones ni estéticas ni técnicas para realizar esta obra.

El reto se hizo y se concretó con un resultado más retador aún, pues durante las funciones, la gran sala graderío de la Casa de la Música estuvo llena, abarrotada, repleta. En temas organizativos y de atención hacia el público, hubo algunos errores que serán corregidos, pues es la primera vez que un colectivo de artistas líricos tiene que asumir actividades ajenas a su desempeño, pero que deben conocer para convertirse en reales productores artísticos y culturales, que tanta falta le hace al país.

Con Madama Butterfly este colectivo artístico demostró que la ciudad tiene talento humano de calidad, que la producción de arte y cultura debe ser descentralizada y que ninguna institución tiene la propiedad de producción de obras patrimoniales del mundo, y que más aún, ninguna institución y ninguna autoridad tienen el poder sobre los artistas y sus pulsiones creativas.

[email protected]