La Corte nació cesada

Por: Víctor Cabezas

¿Qué es una Corte Constitucional? Una figura relativamente nueva en el Derecho. Parte de una premisa: ninguna autoridad es absoluta y sus acciones deben estar destinadas a maximizar los derechos de las personas. La Corte Constitucional es un regulador del poder, una entidad que adecúa esa autoridad gigantesca del Estado previniendo que no sea utilizado como una aplanadora frente a los ciudadanos.

La Corte se ha convertido en un maquillador de los abusos de Correa. Los magistrados solemnizaron y formalizaron sus antojos con una celeridad. Los jueces no se dedicaron a proteger, desarrollar y ampliar los derechos de las personas. Por el contrario, fueron una alfombra jurídica que adecuaba la Constitución a la medida del poder.

Los jueces de esta Corte generaron un peligroso sistema de constitucionalidad cosmética. Todos los argumentos del Estado, por abusivos que fueran, eran maquillados constitucionalmente, vestidos de formas jurídicas e impuestos a quema ropa y a como dé lugar.

En derecho las cosas se conocen no por su nombre si no por los efectos que producen. Si por esencia la Corte Constitucional debía ser un límite para el poder y en la práctica observamos que se convirtió en su secuaz, esos Jueces no eran constitucionales y, en efecto, jamás ejercieron el rol que les correspondía. Cuando decidieron secundar al poder, decidieron negarse a sí mismos y, por ende, cesarse.

No tuvimos Corte Constitucional, eso es definitivo. Ni siquiera algo que se le parezca. Quizás un ‘club’ de amigos constitucionales con funciones de sastre o un despacho de maquillaje constitucional. Nuestros supuestos jueces constitucionales -frente a la realidad de lo que implica una Corte Constitucional, por sus convicciones, acciones y dependencias- nacieron cesados.

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