Harvey Weinstein, de dios a 'depredador sexual' de Hollywood

AFP

Una alfombra roja no recibirá a Harvey Weinstein cuando se entregue el viernes a las autoridades. Tampoco estará rodeado de estrellas y glamur como en los tiempos en los que era un dios en Hollywood y usaba su poder para presuntamente intimidar y abusar sexualmente de mujeres.

Weinstein, de 66 años, tenía el poder de construir o destruir carreras en la industria del entretenimiento, y se aseguraba de que sus víctimas lo supieran.

Esa amenaza constante mantuvo por años en silencio a cientos de actrices que desde octubre pasado comenzaron a contar espeluznantes historias.

Rosanna Arquette, Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie y Léa Seydoux dijeron haber sido objeto de acoso. Asia Argento, Lucia Evans, Rose McGowan y Paz de la Huerta lo acusan de violación, mientras que Mira Sorvino y Ashley Judd aseguran que acabó con sus carreras por no acceder a sus insinuaciones.

El viernes podría enfrentar formalmente cargos relacionados al menos con Evans, que lo acusó de haberla obligado a practicarle sexo oral en 2004.

Las revelaciones en contra de Weinstein, que siempre negó los cargos de violación, destaparon una olla en Hollywood que salpicó a más de un famoso y dio cabida a movimientos como el #MeToo y el Time’s Up y al cambio de actitud en la industria, de tolerancia cero a este tipo de conductas.

En bata de baño

El sitio de celebridades TMZ mostró una foto de Weinstein en Malibú el miércoles. No es muy nítida pero se le ve envejecido, más delgado.

Lejos de la imagen del intimidante hombre de más de 100 kg, que llegó a llamarse el «sheriff de esta asquerosa ciudad sin ley» llamada Hollywood y citaba a actrices en cuartos de hotel para invitarlas -cubierto apenas con una bata de baño- a masajes y que lo vieran masturbarse.

En noviembre, después de que estallara el escándalo, se internó en un centro de rehabilitación para tratar su adicción al sexo.

Pero ya había caído en desgracia: fue expulsado de la Academia del cine de Estados Unidos y Gran Bretaña, así como del sindicato de productores, y su compañía, The Weinstein Company (TWC), quedó en la bancarrota y busca desesperadamente un comprador.

Se vino abajo una carrera de 30 años, un imperio que construyó con su hermano Bob, con 80 premios Óscar y más de 300 nominaciones.

La TWC nació en 2005 después de salir de Miramax, el primer estudio que fundaron juntos en 1979 y vendieron a Disney en 1993.

El nombre es la combinación de su madre Miriam -que trabajó como recepcionista cuando nació el estudio en principio para distribuir filmes independientes- y su padre Max, un cortador de diamantes amante del séptimo arte.

Esa pasión la inculcó a estos dos muchachos de Queens, Nueva York, que produjeron conciertos en los 70 antes de convertirse en magnates del espectáculo.

«Aman a su papá»

Harvey, cuyas películas favoritas son «Luces de la ciudad» con Charles Chaplin y «Ayuno de amor», ganó un Óscar como productor de «Shakespeare enamorado».

Entre las 16 nominaciones al Óscar a mejor película se cuentan «El Aviador», «Descubriendo el país de Nunca Jamás», «Chicago», «Pandillas de Nueva York», «La vida es bella», «En busca del destino», «Tiempos violentos»… Todas aclamadas por el público y la crítica.

«El paciente inglés», «El artista», «El discurso del rey» y «La dama de hierro» están también en la lista de los filmes que llegaron de su mano a la gloria del Óscar.

El escándalo no solo acabó con su carrera sino con su matrimonio con la diseñadora de modas Georgina Chapman, con quien tuvo dos de sus cinco hijos.

«Tenía lo que pensaba que era un matrimonio feliz (…). Era mi amigo, mi confidente, mi apoyo», dijo a la revista Vogue en mayo. Sobre sus niños dijo: «¿Qué les va a decir la gente? Ellos aman a su papá».

Y con una fortuna que llegó a ser estimada en 150 millones de dólares, era reconocido por sus contribuciones en campañas contra el sida, la diabetes juvenil y la esclerosis múltiple, así como al Partido Demócrata, incluidas las de Barack Obama y Hillary Clinton.

Desde que estalló el escándalo pidió una segunda chance, aunque antes, sin tener idea de la magnitud que iba a tomar, llegó a decir de la historia en su contra «suena tan buena que quiero comprar los derechos para la película».