Apostilla de mayo

POR: Luis Fernando Revelo

Refiere una antigua leyenda que un niño a punto de nacer, empezó a hacerse muchas preguntas: -Creo que mañana llegaré a la tierra – ¿Cómo viviré allá tan pequeño y tan débil como soy? Una voz contestó: -Entre muchas estrellas hay una especial que te espera llena de amor.

El niño quedó un poco sorprendido, pero decidió seguir. -Pero… ahora no hago más que cantar y sonreír y eso me basta para ser feliz. -Tu estrella cantará y sonreirá siempre para ti. –Y…¿Cómo entenderé cuando me hablen si no conozco ese extraño idioma que hablan los hombres..? – Tu estrella hablará con las palabras más dulces que escuchen los humanos y ella te las enseñará. – También he oído que en la tierra hay hombres malos – ¿Quién me defenderá..? – Tu estrella te defenderá, te acompañará y te llevará dentro de su corazón.

La voz empezó a hacerse cada vez más suave… El niño rápidamente le dijo: – Por favor, dime su nombre, dime su nombre… Y la voz contestó… – Su nombre no importa, tu podrás llamarla mamá.

Culmina el mes de mayo y es preciso acotar unas cuantas palabritas sobre la madre. Jamás se agota el tema. Hay en la madre tesoros inexhaustos de abnegación y de virtud, de dulzura y de consuelo. Ella es portadora del sentimiento delicado y puro, fibra íntima de su ser donde pone las palpitaciones de su propio corazón. Kant subrayaba que el carácter materno tiene por objeto la cultura moral de la sociedad humana y su refinamiento. Su influencia ha mejorado las costumbres, y donde ella hiciera abdicación de estos atributos, la sociedad decaería en la barbarie. Peter de Vries decía con razón: “La mano que mece la cuna rige el mundo”.

El abrazo para todas las madres, pues como decía el poeta: “A una madre se la quiere/ siempre con igual cariño/ y a cualquier edad se es niño/ cuando una madre se muere”.