El FMI y la hipocresía

Alejandra Tagliavini

Son clásicas las fotos de las protestas incendiarias -y la represión policial- de la gente contra los “ajustes” promovidos por el FMI, en muchos países. La furia es genuina, ya que suele promover despidos, recortes de sueldos y suba de impuestos, y bien aprovechada por la izquierda. Veamos el caso de Argentina.

Los “conservadores” que gobiernan proponen políticas que convienen al “establishment”, conservando privilegios: oligopolios, como el financiero, prebendas como crédito barato apalancado desde el Estado. Debido a políticas anti mercado -en particular, el aumento de la presión fiscal total, es decir, de la carga impositiva, la inflación y las tasas de interés- el país sufrió una crisis que hubiera forzado a cambiar hacia una economía de mercado de no ser por el salvataje del FMI.

El keynesiano FMI asegura que es que es necesario un “ajuste” que sería “doloroso”. Esto es falso, incoherente, ofende a la lógica – ¿lo malo trae bueno? – y peligroso porque provocaría el rechazo frontal de la sociedad que terminaría apoyando políticas más estatistas de izquierda o de derecha. Enarbolan la falsa idea de que los males parten del déficit fiscal.

El problema no es el déficit fiscal, sino cómo se financia. Lo que hay que reducir es el modo negativo de financiamiento estatal, eliminando gastos superfluos, desregulando la economía de modo que se expanda aumentando la recaudación sin subir la presión fiscal, y lo que quede del rojo fiscal puede solventarse con privatizaciones.

Al bajar la inflación y el endeudamiento estatal, el PIB crecerá. Debe desregularse aún más toda actividad económica liberando la creatividad del mercado. Y desregularse la actividad sindical quitándole la fuerza política. Esto sumado al crecimiento genuino de la economía provocará un aumento en la demanda privada de mano de obra absorbiendo -sin despidos- a los empleados públicos. Entonces podrá reducirse la carga fiscal, potenciando más el crecimiento de la economía lo que debería aprovecharse para desregular -y privatizar- el sistema de pensiones.

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

@alextagliavini