Adiós, Rajoy

El viernes pasado fue destituido Mariano Rajoy de la presidencia de España. El nuevo Presidente es su opositor político, Pedro Sánchez, un joven pero tesonero político del PSOE. No solo el radical cambio resulta interesante, sino cómo sucedió.

España tiene un régimen parlamentario; se designa al Presidente de Gobierno a través de la votación de los diputados, resultando electo quien encabeza la lista del partido con mayoría. En diciembre de 2015, ningún partido tuvo mayoría absoluta (176 de 350 escaños). En vista de ello hubo nuevas elecciones en junio de 2016, que tampoco obtuvieron mayoría.

El PP de Rajoy, obtuvo 137 escaños, con lo cual hubo que pactar, para finalmente ser investido en octubre de 2016. El PSOE apoyó a Rajoy al haberse abstenido la mayoría en la votación de octubre. Como consecuencia de ello, Pedro Sánchez renunció a su curul de diputado. Poco antes, el 2 de octubre, había sido defenestrado de la presidencia del PSOE, donde tuvieron papel protagónico los “barones” del partido: Felipe González, Rubalcaba y el silencioso Rodríguez Zapatero.

Parecía que Sánchez lo había perdido todo. Sin embargo, cogió su auto y recorrió cada provincia de España, para hablar con las bases del PSOE. En mayo de 2017, contra todo pronóstico y con el respaldo de las bases, gana nuevamente las elecciones del partido.

Mientras tanto, Rajoy estaba envuelto en una trama que nos es lastimosamente familiar: la corrupción de varios elementos visibles de su partido. Luego tuvo un manejo desastroso de la crisis en Cataluña, cuando los independentistas llamaron a elecciones e impidió que estas se desarrollaran, ordenando a la fuerza pública impedir que la gente vote. Heridos, sangre y aún más división fue lo que ocasionó este desatino. La verdad que Rajoy se ha labrado a pulso el destino que tuvo.

En este clima, hace una semana Pedro Sánchez presentó moción de censura al presidente Rajoy. La ley dice que si la censura logra la mayoría absoluta, el presidente debe renunciar y que se debe investir presidente a quien la presentó. Es por ello que hoy, el joven pero persistente político es el nuevo presidente de España, sin tener siquiera una curul en el Parlamento.

No es lo único excepcional; es también la primera vez que un presidente de España debe dimitir por censura. Da envidia cuando las instituciones funcionan. Es lo que ha empezado a ocurrir en nuestro país, donde el Consejo de Participación de transición está poniendo en orden la casa, con una figura icónica a la cabeza: Julio César Trujillo, quien como Sánchez, han grabado ya su nombre en la historia. Hay que apoyarles.

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