Uribismo vs. populismo

El centro político colombiano será el péndulo entre tendencias irreconciliables. Por un lado, el populismo cercano al socialismo del siglo XXI de Gustavo Petro y por el otro, un régimen de derecha, marcado por la presencia del ex presidente Uribe, encarnado en su “delfín”, Iván Duque.

La antes estable Colombia, que escogía entre los conservadores y liberales (desde el siglo XIX), está marcada por una elección entre extremos, con un mensaje claro. No quiere nada que se parezca al régimen actual, responsable -para bien o para mal- de la firma del acuerdo de paz con las FARC.

El candidato oficialista, Sergio Fajardo, luchó con Petro por ser segundo, pero al final se contentó con una buena campaña -con perspectiva de futuro- y arbitrar las preferencias de sus votantes ante las opciones en la segunda vuelta.

Inusualmente, también, el abstencionismo tradicional en las elecciones colombianas no fue el esperado. 52% de votantes acudieron a las urnas, lo que hizo que esta elección sea la más participativa de los últimos tiempos.

Colombia se divide entre grupos empresariales, terratenientes y oligárquicos que siguen a Uribe y Duque y las clases marginales y sectores populares, atraídas por el discurso de Petro, fallido ex alcalde de Bogotá que no niega su amistad con el fallecido ex presidente venezolano, Hugo Chávez.

Ambos, para captar votantes del centro han buscado acercamientos con los candidatos perdedores, sobre todo Fajardo, utilizando discursos centristas, alejados del radicalismo de la primera vuelta.

Los votos no se endosan y los candidatos lo saben. Teóricamente, si Petro convence a los votantes de Fajardo, vencería sobre Duque. Pero en la política latinoamericana lo cierto es lo incierto. Petro ahora se dice “socialdemócrata” y asegura que lo de Maduro es una “dictadura insostenible”. Duque, del “Centro Democrático” quiere modificar el acuerdo de paz con las FARC y es muy crítico del presidente Santos.

Haciendo un balance, el 64% de los votantes fue a los extremos y en la segunda vuelta escogerá la disyuntiva: volver al uribismo o caer en el abismo del populismo del siglo XXI.

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