Culpas y pecados

JORGE ZAMBRANO ANDRADE

Mientras la idea de culpa proviene de la convicción de que se ha fallado a la moral propia, la vergüenza se alimenta de la idea de fallas para hacer honor a los ideales propios.

El punto de interés social es que vergüenza y culpa, para desarrollarse, requieren la existencia de estándares sociales contra los cuales no sólo establezcan una forma de medida, sino contra los cuales puedan encontrar una forma de justificación.

Se entiende que cuando esos estándares fallan, cuando bajan, hasta casi desaparecer, el comportamiento social puede seguir cualquier curso. El hombre puede transitar con menores equivocaciones a los hechos de la inmoralidad y la desvergüenza. Nos ayuda a entender cómo y por qué los actores políticos han descolorido el escenario nacional con sus actos de posible corrupción.

Porque aquí antes que la generalización del desprestigio, se precisa la pausa de la discriminación y la limitación para el diálogo, ahora por la magia de la tecnología y las disputas por el poder nos venimos a enterar con lujo de detalle de su forma de operar. Pero otro es el hecho por igual cierto, antes que esa tecnología y esas disputas existe un elemento más primario, que está permitiendo sacar toda esta basura que corría secretamente por las cañerías del sistema político.

Sin cotos ni casualidades, que los políticos disfrutan y malbaratan en su ascenso al poder, sin reflexionar o pensar en que el país tiene controles y escenarios que imposibilitan arroparse en las aguas mansas de la impunidad.

Todos buscan culpables y reparten culpas. No discuten primero sobre los hechos que se les imputan. Discuten primero sobre quiénes los atacaron o los sorprendieron. En este descuido, el único retorno responsable está en el reencuentro con los fundamentos de la culpa y la vergüenza. No hay simpleza en decir que la clase política toda debe preguntarse por las nociones de quiénes somos. Hace falta una voz mucho mayor que recuerde que no hay reconciliación posible cuando se rompe con los hechos de cada acción; todo el palabrerío se va desprestigiado con su presunción de lo que se es y lo que se pretende. [email protected]