El perseguidor ‘perseguido’

Se jactaba de ser jefe de todas las funciones. Generó un estado de propaganda y persiguió a sus opositores. Metió mano a la justicia y montó una estructura –con su secretario y ministro Jalkh- para quedar impune. No sería el primer ex presidente en la cárcel, pero el caso de Correa va más allá. Su procesamiento judicial pondría fin a la década perdida.

Dos temas lo incriminarían. El secuestro de Fernando Balda y el 30 S. En el primero se habría ordenado desde Carondelet el secuestro del opositor. El Estatuto de Roma establece, artículo 7, “crímenes de lesa humanidad”, en el inciso e: “encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional”.

El caso del 30-S lo presentó el ex asambleísta Jiménez en la Corte Penal Internacional, porque Correa ordenó disparar contra un hospital: en el mismo estatuto, artículo 8 inciso 9, “dirigir intencionalmente ataques contra edificios dedicados a la religión, la educación, las artes, las ciencias o la beneficencia, los monumentos históricos, los hospitales y lugares donde se agrupa enfermos y heridos”.

Otros casos en el país: la manipulación de cifras económicas (decreto 1218), para el cálculo del presupuesto. Hay que levantar el sigilo que acordó el ex fiscal Baca con Odebrecht para saber la responsabilidad del ex mandatario en este caso.

El presunto financiamiento de las FARC a su campaña en 2006, la desclasificación de información reservada sobre la muerte del general Gabela, la prisión del opositor Lara, el negociado de las sabatinas y la quiebra de los canales de televisión incautados (que ofreció vender en seis meses).

La quiebra de Tame, radares y helicópteros inservibles. El uso político y fiscal del terremoto en Manabí (gente que aún vive en carpas). La venta petrolera a China y Tailandia (perjuicio de $ 2.200 millones), los préstamos chinos, Singue, caso Duzac, la Hidroeléctrica Baba, el espionaje de la Senain, la narcoavioneta en Guatemala, la muerte de Edison Cosíos, las unidades de inteligencia clandestinas y sobreprecios en carreteras. Y dice ser “perseguido”.

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