Publicar y hacer

Existe un mercado de las revistas académicas, y digo mercado porque se comercia y se negocia legalmente durante el proceso de publicación, del que aún no son parte las grandes firmas que regulan el mercado de las revistas de alto impacto.

Durante mucho tiempo se habló del capitalismo cognitivo y cómo oponérsele. Fueron declaraciones junto con un ‘Código Ingenios’ muy panfletario que no caló en una cultura del saber hacer. ¿Dónde están las revistas o editoriales que bajo esta lógica, se opongan con sus textos y sus procesos editoriales y de certificación académica a Thompson Reuters o a Springer?

¿Cuáles son las redes y puntos nodales de estas revistas críticas y alternativas al monopolio editorial, bajo criterios de calidad académica y que no sean meras asociaciones de pares ideológicos o bien que no devengan en órganos oficiales de su pensamiento y acción política?

Muchos de quienes denuestan al emporio del capital académico editorial tienen sus devaneos con Scopus, quieren visibilidad para mejorar su índice de impacto. Las editoriales no académicas o las revistas no indexadas nos les mejoran la dieta en su ‘índice h’, por ejemplo.

La publicación tiene que ver con quién es el destinatario de una investigación. Esos destinatarios no son, necesariamente, lectores de un informe académico, de un ‘paper que no es útil para esa comunidad sino para su autor, autores o institución auspiciante. Los beneficiarios son pares académicos, no la población estudiada.

Si queremos que la población estudiada sea la beneficiaria directa, debemos crear prototipos y soluciones directas, y no solo mencionarlas en las conclusiones y recomendaciones. Sin acción, la investigación solo sirve para el ego del ‘académico’, publique o no en una revista indexada o de lectura de gueto.

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