Boicot en el caso Gabela

Salvatore Foti

Hace ocho años junto al general Gabela fue asesinada la verdad. Hasta hoy nadie puede sentirse cómodo con la versión oficial de que al General se le matara por salir a defender a su hija de un atraco de delincuentes comunes.

En realidad, el General había firmado su sentencia de muerte al oponerse con energía y firmeza a la compra de los helicópteros Dhruv, tristemente conocidos en el país por su mala calidad. Hasta por televisión, en vivo y en directo, se los vio estrellarse.

Los únicos que nunca se conformaron con las verdades cómodas y favorables a los mandantes del asesinato fueron sus familiares y, sobre todo, su señora esposa. Gracias a su lucha ha logrado hasta lo imposible en contra de un sistema instalado y consolidado por poderes ocultos que presumiblemente pertenecen al mismo Estado ecuatoriano.

Hace falta que por fin se sepa la verdad, aquella que logra asustar, inclusive, a la exdirectora jurídica del Ministerio de Justicia, JÉssica Jaramillo, y al perito argentino Roberto Meza, quienes reclaman protección y garantías antes de volver a dar la cara sobre el asunto.

Han de saber mucho más de lo que se ha dicho hasta hoy en las primeras dos partes del informe sobre el homicidio Gabela. Quizás por fin conoceremos las conclusiones de la tercera y última parte hasta hoy jamás entregada.

Unas conclusiones tan peligrosas que le hacen sospechar (al perito argentino) que para deslegitimarlo hasta quieran involucrarle en un caso de tráfico de drogas. En fin, amenazas y violencia inaudita que el Ejecutivo tiene el deber de esclarecer y neutralizar, pues ya se parecen a la trama de una película de espionaje.

A todos los involucrados, inclusive exministros o generales de la época, debería llamárselos para que rindan su versión, pues al caso Gabela se lo quiso cerrar demasiado pronto y con conclusiones muy discutibles. Aquí se ha armado una pared de indiferencia y cinismo típica de los victimarios que a menudo se burlan de sus víctimas.

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