A repeler el abuso

Orlando Amores Terán

La política del correato, fue de aniquilación. No trataba de incorporar a sectores sociales distintos, sino de destruir a todos aquellos que no se sometían. Esto provocó la concentración del poder en una sola mano. Se obligó a reestructurar el territorio, creando regiones, para subordinar provincias, restándoles autonomía, capacidad de gestión y empleo. Crearon su propia policía política, para perseguir a opositores, también impulsaron la organización de una red de inteligencia por medio de esbirros que operaban a través de los «comités de defensa de la revolución».

Para fortalecer sus organización, desprestigiaron a los servicios de inteligencia de FFAA y PN, los desintegraron, aniquilando el espíritu patriótico que los animaba. Transformaron al mando militar en soldadezca sumisa, asalariada.

Distantes quedaron los días en los que los militares hacían respetar la institucionalidad democrática. La mayor infamia fue el 30S, seguida por la alteración de la malla curricular, para incluir en los textos de historia, la apología de los movimientos narco-terroristas, eclipsando a los movimientos sociales democráticos, liberales, republicanos.

Esta ocupación del sistema educativo, está orientada a destruir nuestros valores cívicos y a diluir la memoria histórica, para crear en el ideario de la gente poco instruida, que la historia de Ecuador comienza con la revolución ciudadana de hace una década.

En la práctica evidenciaron ser un muestrario pavoroso de arbitrariedades, una muchedumbre indignante de ineptos y corruptos, una camarilla dedicada al saqueo de los bienes públicos. Vagos que nunca tuvieron un emprendimiento, industria o negocio, empezaron a medrar del Estado. Este grotesco modo de hacer política de saqueo, aniquilamiento y destrucción de las instituciones republicanas, debe ser repelido con fuerza, por el espíritu de la Nación que no se ha doblegado ante la mentira, el cinismo y el atraco, convertidos en política de Estado durante la infamante década, similar a la política abusiva del jemer rojo en Camboya que de todo culpaba al «imperio», aquí se culpaba a la «prensa y partidocracia corruptas».

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