Canasta generosa

México es un hermano mayor del Ecuador. Sus orígenes: cultura indígena conquistada, educación colonial, independencia sufrida. Sus grandes herencias: idioma, religión. Hoy México con su indiscutible grandeza es un país sumido en el narcotráfico, el crimen, la corrupción y sobre todo la desesperanza. Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos (mejor dicho de Trump), es una frase común.

Los resultados electorales de México no auguran un cambio fundamental. El favoritismo electoral por López Obrador obedece a su persistencia no a su mensaje. Se percató que con un discurso populista, lo único que iba a suceder es que le comparen con Chávez, con Maduro, con Ortega, adalides del fracaso. Más allá de eso ha creado una “canasta generosa” donde ha recibido a adversarios y partidarios. Están revolucionarios populistas, izquierdistas soñadores, y personajes de partidos que han sido gobernantes, es decir los mismos que tienen convertido a México en un Estado fallido. Si no recogía a todos ellos no triunfaba. En la canasta hasta ha entrado una secta evangélica.

López Obrador no ha esbozado un plan de gobierno, ha insistido en que la causa de todo es la corrupción y no mirar para afuera ya que México se puede valer solo. Sus colaboradores han tenido que explicar cuáles son las ideas madres del partido que han formado, ante el silencio de López Obrador.

Lo grave es que no le interesan las políticas públicas, cuando México carece de institucionalidad, conforme lo reconocieron los candidatos. No hay un sistema de justicia independiente ni una fiscalía que no dependa y vigile al gobierno.

La escritora de izquierda Denisse Dresser en su libro ‘Manifiesto mexicano: cómo perdimos el rumbo y cómo recuperarlo’, estima que “hoy” no habrá un proceso de reforma institucional, pues se gobernará mediante acuerdos que son formas de reparto, fomentando un poco de odio, ya que no un cambio integral. Concluye que México deberá esperar por los jóvenes, pues solo vivirá indefinición, razón del éxito electoral de López Obrador, además que “los gobiernos populistas han acabado con la izquierda”.

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