Rusia

Eduardo Naranjo Cruz

La oportunidad turística promovida por el campeonato mundial de futbol llevó a tierras rusas una gran cantidad de gente de diversos continentes, sin embargo, para América Latina es una situación excepcional para cambiar radicalmente la distorsionada percepción sembrada durante los años de la Guerra Fría. Rusia es el país más grande del mundo en cuanto a territorio, rico en recursos naturales y con enorme patrimonio cultural e histórico, formada por la confluencia de muchos pueblos eslavos, gente hermosa, alegre y amigable.

Sus orígenes son mencionados por Plinio en el siglo primero, es una de las corrientes indoeuropeas de tipo ario que, en algún momento del pasado llegaron procedentes del sur, su caligrafía cirílica sugiere la hipótesis de una conexión griega.

Esta Federación que ocupa todo el norte de la enorme masa continental de Eurasia y el Este de Europa, está conformada por diferentes grupos eslavos que en parte parecen haber estado conectados con las tribus germanas y finesas dadas ciertas características.

Rusia se consolidó como imperio europeo hasta la revolución que conformó la Unión Soviética, que a finales del siglo pasado se desmembró en partes. La actual Rusia observada por los visitantes apasionados del futbol mostró en Moscú la monumental Plaza Roja, donde se alza el famoso palacio fortaleza conocido como el Kremlin y junto a la catedral bizantina de San Basilio, frente a la que, miles de turistas se toman “selfis” y envían a sus conocidos.

Igualmente, San Petersburgo ciudad de monumentos y palacios increíbles con canales que forman parte de sus vías, denominándola algunos como Venecia del norte, de tal forma que la experiencia para los latinos será inolvidable y matizada con finos espectáculos, visita al “Hermitage” y luego unas copas del mejor vodka.

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