El editor

Roque Rivas Zambrano

Leí un artículo Almudena Grandes, columnista de ‘El País’, donde aseguraba que la figura del editor es fundamental y está desapareciendo. Ha publicado sus libros con Tusquets desde hace casi 30 años. Define a los editores como aquellos a los que se puede acudir “cuando dudas, tienes un mal momento, estás deprimida, también cuando estás eufórica y puedes decir: mira qué me ha pasado”.

Esto me llevó a reflexionar sobre la importancia de esta figura en el campo periodístico. Por muchos años desempeñé este cargo y sé que es una tarea desafiante. La relación que un reportero establece con sus primeros editores marca su experiencia profesional y la visión que van a tener sobre el oficio el resto de su vida.

Christian Leal, director de BioBioChile, emplea una metáfora para explicarlo: “Al igual que el corazón de un cuerpo humano, el editor tiene un rol vital en hacer funcionar adecuadamente a los periodistas a su cargo, como si fueran el resto de los órganos. A través suyo se marca el pulso de la jornada, el tono de una noticia, la oportunidad de una publicación. Un editor deficiente entorpecerá el funcionamiento de todo su equipo y, en el peor de los casos, podría provocar su colapso”.

Establece cuatro puntos sobre esta labor: un buen editor siempre es un buen periodista (pero no necesariamente al revés); debe tener mucha tolerancia al estrés; su criterio editorial es el cuchillo que lo corta todo, por lo tanto está obligado a cultivar esta característica; no sólo debe ser confiable sino también inspirar confianza (lo que no siempre va de la mano).

Ser editor no es sencillo. Se necesita sabiduría para actuar y decidir en medio de la presión. Es una oportunidad de aprender y enseñar, pero sobre todo para dejar huellas imborrables en otros.

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