Distracciones a la carta

La política está sujeta a estrategias, tácticas y artimañas. En el ajedrez se denominan celadas, sacrificios, que engañan al adversario y cuando quiere aprovecharlas recibe el mate. Cuando las papas queman los políticos usan de distracciones para lograr el olvido de sus errores.

Mientras se quiere investigar y sancionar la corrupción oficial de la última década, la desastrosa política económica, integrarnos al mundo comercial para salir de la crisis, tener una política internacional decente (condenar los crímenes en Cuba, Nicaragua, Venezuela), nos ponemos a discutir sobre lo masculino o femenino, si el varón debe llorar en público para ser varón; si el lenguaje debe ser corregido como medio para evitar el machismo, las violaciones y la pedofilia, como la gran solución; si los menores de edad debe ser libres para iniciar su vida sexual, para lo cual seguramente sugerirán que entre los útiles escolares se incluyan los condones y el Kamasutra (texto hasta con ilustraciones sobre relaciones sexuales).

Séneca dice: “Una disputa prolongada es un laberinto en el que la verdad se pierde siempre”. La mayoría de asambleístas, correístas y morenistas, tratan de borrar su sumiso pasado, para evitar juicios políticos, tapar las actuaciones criminales (coimas, sobreprecios, persecuciones) propias y de sus coidearios y todavía tienen el “tupé” de tratar de organizar sus cuadros políticos (más acertado sería bandas) para los próximos eventos electorales. Desde luego están en su derecho, pero los políticos que actúan de buena fe, se entiende entre ellos el presidente Moreno y algunos de sus ministros, deben jugarse porque el país no recaiga en las manos “limpias” de tales neofariseos. No hay que olvidar que a ochenta años de la II Guerra Mundial todavía hay neofascistas y neonazis en Italia y Alemania.

Como el eximio poeta Homero, Moreno también a momentos se duerme, o a lo mejor es muy despierto para dar gusto a sus dos bandos. Como nada es del todo claro los ecuatorianos para no caer en engaños debemos hacer nuestra la frase de Dante Alighieri: “No menos que saber, dudar me gusta”.

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