En Cacha, Chimborazo, luchan por mantener la bocina en vigencia

PERSONAJES. José Antonio Valdez Janeta (izq.) y Taita Pedro Morocho, los últimos bocineros de Cacha.
PERSONAJES. José Antonio Valdez Janeta (izq.) y Taita Pedro Morocho, los últimos bocineros de Cacha.

El sonido de este instrumento recuerda los grandes levantamientos indígenas.

Los bocineros de Cacha se presentan impecablemente vestidos con pantalón y camisa blancos, ponchos de diferentes colores y con diseños de cruces andinas (chakanas), además de sombrero de lana.

Son indígenas puruháes que entonan la bocina, acompañados de pingulleros, quienes a su vez tocan el chimbuzo (tambor).

Los ocho integrantes del grupo musical, conjuntamente con varias mujeres que bailan al ritmo de las melodías indígenas, aceptan invitaciones y forman parte de eventos interculturales, uno de ellos en la Ciudad Mitad del Mundo, al noroccidente de Quito, con el fin de difundir su música tradicional.

Chacha es una parroquia localizada a 40 minutos de Riobamba (Chimborazo). Tiene su sitio en la historia ecuatoriana, porque fue el asiento y residencia privada de los Reyes Duchicelas y además fue un pueblo guerrero, datos que cuenta con mucho orgullo José Antonio Valdez Janeta, indígena puruhá que cuando se presenta comienza diciendo “Para servir a Dios y a usted…”.

BAILE. La música que sale de la bocina, el pingullo y el tambor invita al baile y el festejo.
BAILE. La música que sale de la bocina, el pingullo y el tambor invita al baile y el festejo.

Impartir conocimientos
Se dice que son los últimos bocineros que quedan en el país, pero don José Antonio, de 60 años, oriundo de la comuna San Antonio de Bashug, no pierde las esperanzas que entre los jóvenes de su pueblo haya alguien que se interese por su música autóctona, aprendan a tocar la bocina y alegren las festividades de la comunidad y de Ecuador.

Este bocinero aprendió a sacarle notas al largo instrumento de viento cuando aún era niño, siguiendo las enseñanzas y habilidades de su padre y abuelo. Agrega que antes, estos conocimientos y tradiciones se transmitían de generación en generación.

“Mantengo la tradición y lo seguiré haciendo hasta que Dios lo permita”, cuenta con mucha seguridad José Antonio.

TRADICIÓN. En la Ciudad Mitad del Mundo los indígenas puruhá hicieron una demostración de su baile tradicional.
TRADICIÓN. En la Ciudad Mitad del Mundo los indígenas puruhá hicieron una demostración de su baile tradicional.

Los instrumentos
La bocina es confeccionada con ‘tonda’, material que se obtiene en los páramos y en la Amazonía. Mide más de un metro de largo y en la punta tiene un cuerno de toro, por donde sale un sonido grave y fuerte, muy parecido al de la trompeta. Generalmente, el instrumento se coloca con el cuerno hacia arriba para dirigir el sonido hacia los dioses.

Los chimbuzos (tambores) muy coloridos, que están forrados con lana de borrego, ganado, llamas o alpaca, y el pingullo (flauta), instrumento de viento pequeño, se fusionan con la bocina para sacar la música que es bailada por el o los danzantes en festividades especiales y rituales que agradecen al Sol, la Luna y la Madre Tierra. (CM)

Convocatoria
° La bocina era usada para comunicar y convocar. Los padres, los abuelos y más ancestros del pueblo Puruhá, subían a las lomas para tocar este instrumento cuando requerían realizar reuniones, asambleas o mingas.

Aunque la tecnología ahora ha facilitado la comunicación, hay aún algunas comunidades que todavía mantienen esta tradición, asegura José Antonio Valdez Janeta, bocinero de la nacionalidad puruhá.