CARLOS CONCHA JIJÓN
Cuando caía un rey inmediatamente venia un grito: ¡viva el rey! con el nuevo soberano, espectáculo que se dio con Correa y Moreno, en donde unos correísta se mantuvieron fieles al amo y otros alzaron el vuelo buscando abrigo en otro nido, así se vio en la marejada morenista, caretas y caras de yo no sé, yo no fui.
Sin embargo, otros se quedaron fieles al redentor destructor siglo XXI, con caras de tuco, a pesar de la infinidad de hechos mal olientes de corrupción descubiertos en la estruendosa etapa apocalíptica de la fatal revolución, que no fue otra cosa que el más burdo ensayo de cambio, sin norte, sin satisfacciones, sin progreso, pero sí, la caída del país en un abismo tétrico de espanto social, económico y político.
Aunque supuestamente los correístas y los morenistas deberían estar enfrentados en la Asamblea, no obstante, las luces que proyectan de sus actuaciones, permiten apreciar que la gran mayoría de estos dos bandos, han establecido una alianza estratégica junto al nuevo rey, demostrando en sus actuaciones una coincidencia férrea en ciertas votaciones, con el propósito salvador de posibles censuras políticas a algunos panas del fallecido correato.
Aunque se lo mire de otra manera, es claro que existe una especie de trama para mantener latente la farsa de la “revolución”, por la serie de obstáculos que se presentan en las comisiones de la Asamblea, siendo reiterativo que cuando hay una votación, aparece el amor correísta para unir las dos alas, que les permite alzar el vuelo para votar en contra o trabar el buen trabajo que podría darse en la Legislatura.
Por haber nacido del mismo vientre los morenista y correísta, sabemos que son ñaños entrañables, que podrían utilizar un especial camuflaje, similar al de los camaleones, que tienen la particularidad de mimetizarse, cualidad que les permitiría en un momento determinado engañar a muchos, haciéndonos ver algo que no es la realidad, situación ambivalente que podría estar originando un desequilibrio y desgaste del gobierno de Moreno. Más tarde sabremos de quiénes fueron las caras y las caretas.