Mi reforma a la LOC

Pablo Escandón Montenegro

Cuando entré al periodismo, como corrector de textos de fin de semana y días feriados en el extinto Diario Hoy, me encontré con una figura del ‘defensor del lector’. Ese puesto no lo conocía en la Facultad. Nadie me explicó para qué servía y qué hacía.

La columna del ‘Defensor del Lector’, en ese momento de Diego Araujo, desplegaba un ejercicio crítico de lectura de su propio medio, de sus errores y aciertos, pero era un ejercicio de reflexión sobre el oficio frente a los lectores.

Diego Araujo, en la revista Chasqui de junio de 1996, escribió sobre su trabajo y lo que Diario Hoy hizo como un ejercicio de pedagogía sobre el derecho de los usuarios de medios frente a la redacción y a la dirección de un medio. Varias personas conocidas por los redactores y por periodistas de ese entonces fueron defensores del lector: Ana Karina López, Omar Ospina y Pepe Laso, entre otros.

Su trabajo fue de autorregulación, de transformación del medio y de autorreflexión, algo que se da a diario en la Redacción, pero que tiene que ser profundizado. Fue un buen ejemplo para todo el país.

En la LOC, la figura del defensor de audiencias es tal como encontramos a Diario Hoy, algo inexistente. El ‘ombudsman’ o ‘defensor del lector’ (audiencias) sustituye a la Supercom. No es punitiva, sino formadora. Un medio de comunicación es una microsociedad en constante configuración y transformación, no algo hecho que debe ser fiscalizado como una obra civil.

En las reformas a la LOC se debe promover que cada medio tenga un ‘defensor’ que provenga de su propia sala de redacción. Los profesionales somos ciudadanos y consumidores de contenidos, no solo emisores. El ‘defensor del lector’ da un cable a tierra y es necesario ver más allá de las páginas, los minutos, la publicidad o el rating.

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