¿Cómo salir del mero diagnóstico?

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

Para comprender la propuesta debemos empezar por la reforma agraria realizada en 1963, donde se retacea de manera legal a gran parte de los latifundios. Desde entonces, Ecuador se fue convirtiendo en un país de pequeños y medianos productores. Los latifundios que “cumplen su labor social” no llegan al 1%. Por lo tanto, las grandes empresas agroexportadoras que se manejan con las reglas del oligopolio, muchas de ellas familiares y de desarrollo vertical, han explotado tradicionalmente al productor, secundados por una pésima educación que le impida ver el horizonte y con la complicidad de todos los regímenes de turno, sin excepción alguna.

Dentro de este esquema de producción elitista, se encuentra una estructura de precios que solamente beneficia al intermediario, a la industria, a la comercializadora y a la agroindustria de rebote. Lo que le toca al productor le permite apenas sobrevivir. Resultado de esta trama: el éxodo de sus descendencias a las grandes urbes.

Este esquema nos hace, “país productor de materias primas”, sitio en que a los países del primer mundo les conviene que estemos, para evitarse competir con quienes producen, podrían industrializar y comercializar externamente todo lo que se da en nuestros suelos. Y es aquí donde la asociatividad muy bien manejada, en un país de pequeños y medianos productores, debe ser la meta que se proponga.

De igual manera, esta propuesta desarrollaría también un tejido social de mentalidad agro sustentable lugareña o de soberanía alimentaria, dotando de valor agregado a los que produzcan en su zona, con miras a crear excedentes exportables. La sumatoria de estas transformaría a nuestros hoy pobres recintos, en zonas de emprendimientos.

Exigir este cambio a quienes nos gobiernan como la base de las políticas de Estado para el sector agropecuario, entendiendo que no tiene ningún color político, debe ser lo que nos saque definitivamente del subdesarrollo.

Y el escollo más complicado para lograrlo son las mafias criollas que hasta financian campañas electorales y se auto constituyen en élites intocadas con patente de corso, coartando el desarrollo del país en su conjunto. El progreso de los pueblos es un derecho inalienable. Y es tarea de todos los gobiernos allanar el camino para lograrlo.

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