Vacunas en la Asamblea

César Ulloa Tapia

La vacuna en el argot popular es una práctica política perversa, en donde se produce una forma de relacionamiento entre asesores y algunos asambleístas al puro estilo clientelar. Los últimos implementan una especie de intercambio de favores y silencios con sus colaboradores a cambio de dinero. Pero esta relación no se produce en igualdad de condiciones, porque los niveles de poder en pleno ejercicio están del lado de la autoridad, porque abusan de su influencia para satisfacer necesidades de todo tipo. Este episodio de la política ecuatoriana avergüenza y de tal manera que genera rechazo y resistencia en gente honesta que quiere involucrarse en lo público.

Como todo secreto a voces, la vacuna se convirtió a lo largo del tiempo en un elemento de la cultura política de los malos ciudadanos que llegaron a la función pública, exclusivamente, para servirse del cargo a costa de cualquiera y, además, por encima de cualquier persona. La vacuna es un imaginario que se posicionó como algo natural en la administración de la cosa pública, en donde todo tiene precio para el ciudadano común. Es el famoso, toma y daca. Sin embargo, la vacuna sobrepasa a la viveza criolla, porque hay pleno abuso de poder, tráfico de influencias, intercambio cínico de favores y, en el peor de los casos, chantaje.

Estos episodios de la vida política que se desarrollan en la función más importante del Estado, porque es ahí en la Asamblea, en donde se expresa la representación desde criterios de pluralidad, diversidad y diferencia, nos exigen reinventar la política, formar verdaderos servidores públicos y escoger a los mejores ciudadanos bajo criterios de probidad, experiencia, formación e independencia y que sean férreos guerreros contra toda forma de corrupción. Estas coyunturas críticas no nos deben poner a llorar sobre la leche derramada, sino más bien nos exigen a depurar, limpiar, a ser intolerantes contra este tipo de mañoserías. La tarea número uno e impostergable para todo el país es barrer la casa sin temor a nadie ni al tiempo que esto nos demande.

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